Litio y amapolas
Miércoles, 25 de agosto 2021, 05:00
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Miércoles, 25 de agosto 2021, 05:00
Quedan seis días para que Occidente, tras un histórico fracaso, desaparezca de Afganistán. Los talibanes ya controlan dos inmensas riquezas: el opio y el litio. ... Sus campos de amapolas son nada menos que unas 224.000 hectáreas de adormidera, que suponen casi el 90% de la heroína que se trafica en el mundo. Y el subsuelo de la llamada “Arabia Saudí del litio” atesora millones de toneladas del llamado “oro blanco” -calza en litio-, con el que se fabrican las baterías que mueven desde los coches eléctricos hasta los marca-pasos, pasando por los audífonos y demás chismes a pilas. De modo que EEUU, España y otros, van a dejar allí el día 31 esos dos tesoros, el del suelo y el del subsuelo, y lo que es peor, miles de “infieles”, de mártires de la Yihad, que no sacaron billete a tiempo y serán ejecutados sin compasión.
Lo estudió Samuel Huntington en su conocido “Choque de civilizaciones” y lo exageró la mejor periodista del mundo del s.XX, Oriana Fallacci: “Europa se ha vendido al Islam como una prostituta”; se reproducen como ratas; son incapaces de entender la democracia; deberíamos llamarnos Eurabia. No sé si queriendo, Arturo Pérez Reverte es su heredero intelectual, en ese artículo que corre estos días por las redes sociales advirtiéndonos “Es la guerra santa, idiotas”, la tercera guerra mundial y no nos damos cuenta; es la historia repetida desde los tiempos de los turcos y las Cruzadas. La templanza, el no es para tanto, la pusieron los críticos de Huntington, recordando que la inmensa mayoría de la Humanidad, incluidos los árabes, quiere coexistir en paz. Y el Vaticano -acusado de tibio-, por medio del gran teólogo Hans Küng: “No puede haber diálogo con fanáticos ciegos, pero la mayoría de los musulmanes desean la paz”. Vamos a creérnoslo.
Aquí las únicas amapolas son las de las cunetas, pero parece que hay litio en El Rebollar, acaso tanto como en Cáceres, donde ha surgido la correspondiente plataforma ecológica en contra (como aquí se formó contra la explotación del uranio de Retortillo, denegada por el Consejo de Seguridad Nuclear); y en Barruecopardo sigue habiendo wolframio, que hace vibrar nuestros móviles. Vuelve a interesar, pasados tantos años desde “El cuarzo rojo de Salamanca”, de Luciano G. Egido, y la gloriosa época (económica), en que se exportaba para la Segunda Guerra Mundial.
No sé cuántos idiotas habrá en España, pero irresponsables muchísimos. Lo digo porque cuando quedan seis días para que abandonemos el aeropuerto de Kabul, y otros seis para cerrar fichajes de fútbol, veo muchos más batuecos preocupados de si el Real Madrid contratará a Mbappé, que afligidos por los afganos que van a ser cruelmente degollados.
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