Lenguas
Sábado, 25 de septiembre 2021, 05:00
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Sábado, 25 de septiembre 2021, 05:00
Estoy impresionado por la magnitud de la tragedia de La Palma, soportada con admirable entereza por esos españoles. Que una lengua de fuego arrample con todo lo tuyo es demasiado. Y solo piden, mansamente, que no les olvidemos. ¡Chapeau!
Pero como de esa lengua ... hay muchas opiniones, me referiré a otras lenguas. Estando en Salamanca, “Ciudad del español”, hablar de lengua es hablar del castellano. La cultivamos desde que Nebrija afirmó que “fue siempre compañera del Imperio”; la enriqueció Unamuno, que compuso el famoso soneto afirmando que “la sangre de mi espíritu es mi lengua”; y sobre el panhispanismo lingüístico tratará el director de la Real Academia, Muñoz Machado, en el Foro GACETA del Español el próximo día 30. Pero no conozco elogio mayor que el de Neruda, que se prosternaba ante las palabras. Consideró a los conquistadores españoles torvos, bárbaros que arrasaban su tierra, pero “salimos ganando... Se llevaron el oro y nos dejaron el oro... Se lo llevaron todo y nos dejaron todo... Nos dejaron las palabras”, ese caudal de oro que hoy hablamos más de 500 millones de personas.
Al margen del español, perviven lenguas minoritarias -valga como ejemplo el catalán-, respetables, pero que quieren imponerse en exclusiva. Y siempre habrá lenguas pueblerinas, murmuradoras. Las “lenguas de vecindonas” de la copla de Ochaita y Valerio, o las “de doble filo” del romance de Rafael de León, que relatan amoríos y desamores. Sobreviven ahora, magníficamente representadas por esa creación del genial José Mota “la vieja’l visillo”. Escucha agazapada en su ventana y propala por todo el pueblo los chismes, deformándolos, y pidiendo a sus escuchantes “tú no digas ná que ya lo digo yo”. Todavía están ahí, aunque las lenguas de doble filo de este siglo XXI son las redes sociales, el mejor vertedero de patrañas de los que Bonilla llama cuajaenredos. Perviven también en esos detestables programas televisivos que piden ser alimentados con asuntos de “famosos”, como la grotesca “princesa del pueblo”.
Pero para lengua, la del maldiciente Pedro Sánchez. Hoy remedo a “Caballo loco”, que hizo morir con las botas puestas a Errol Flynn (bueno, al general Custer), para increpar al presidente del Gobierno como el jefe de los sioux lo hizo con los políticos norteamericanos que les engañaron: “Hombre blanco hablar con lengua de serpiente”. Sánchez ha hecho de la mentira su divisa. ¿Que qué tiene que ver él con las serpientes? Quien juró que jamás pactaría con Bildu-ETA, tardó 24 horas en coaligarse. Recuerden el anagrama ETA y su lema -bietan jarrai-, que significa “adelante con las dos” (la contundencia del hacha y la astucia de la serpiente que lleva enroscada). Si he uncido ETA a Bildu es porque los etarras, y “el hombre de paz” Otegui, han empleado ya cerca de quince siglas distintas para eludir las leyes, pero siguen igual, aunque sin tiro en la nuca.
Sánchez “hablar con lengua de serpiente”, porque en 2019 prometió traer de vuelta al fugado Puigdemont “para que rinda cuentas ante la Justicia”, y hoy estará acojonado pensando que si se lo empaquetan y depositan, se jodió el “diálogo” -léase su rendición al nacionalismo-; se le caerá la careta; puede que Barcelona arda... Hombre blanco decir ahora que hombre blanco de la mopa por cabellera, “debe comparecer y someterse a la justicia”, cuando está soñando con indultarle, como a sus compinches. A ver si se entera de que los españoles quieren -¡serán rencorosos!-, verlo conducido por la fuerza, actualizando la foto histórica del fugado “Lute” entre dos guardias civiles que mandaba el teniente coronel Joaquín Andrés, charro de Valero.
El que deja de darle a la lengua es el pontífice zurdo, Iñaki Gabilondo. Se marcha soltando la última de sus sectarias coces al PP: “Hacer oposición no puede ser jugar a la demolición” (¡). ¿Pero quién arruina España, Iñaki? Qué jodío.
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