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Nunca me ha importado ver lazos amarillos en las solapas de unos o las casas de otros. Los lazos, como las ideas, como los colores ... y los pensamientos son de cada cual y con que nadie trate de imponérselos a los demás, me parece que aquel al que le apetezca y lo considere oportuno, se los puede poner donde le dé la gana. Eso sí, cuando el que se los coloca es un presidente y lo hace en su traje de faena, las cosas cambian, porque él no representa solo a los que tienen sus mismas ideas, sino también a los que tienen otras distintas. Si además permite que se exhiban en los edificios públicos e institucionales, que pertenecen por igual a la ciudadanía devota de los lazos y a la que no lo es, está claro que no se está actuando como corresponde.

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lagacetadesalamanca Lazos amarillos