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A la luz de la tremenda ola de simpatía, adhesiones, proclamas y manifiestos que ha despertado la absolución de Willy Toledo en el Juzgado Penal ... número 26 de Madrid, pareciera que ya tenemos nuevo superhéroe en plaza con su capa y su espada. Un insigne y venerable defensor de los derechos humanos. Un cultivado adalid de la tan currada libertad de expresión. Y eso que todavía no tenemos sentencia firme y que la anterior pudiera ser anulada por otra de signo contrario. De ser firme, ya sólo nos quedaría solicitar para el Willy la beatificación, paso previo para subirlo a los altares y ponerlo a compartir hornacina con todas esas imágenes que desatan la flojera intestinal que le llevó a ocupar el banquillo de los tribunales.
Personalmente pienso que deberíamos ahorrarle a la justicia, tan lenta y congestionada en contiendas realmente importantes, asuntos de índole educativo, social o sentimental, como el que la ha entretenido juzgando a Willy Toledo y también que sobran en el Código Penal esos artículos que permitieron a la Asociación de Abogados Cristianos interponer la correspondiente demanda, pero me sigue dejando estupefacto la entusiasta ola con la que el respetable dobla el espinazo rindiendo honores a un tipo tan zafio, maleducado y grosero, como por otra parte estupendo actor, al que en la misma sentencia que lo absuelve, la magistrada le reconoce, aunque eso no traiga consecuencias penales, “la falta de educación, el mal gusto y el lenguaje soez utilizado por el acusado”.
Condenado o absuelto, precisamente esto, la mala educación, el mal gusto, el lenguaje soez del personaje, es lo que convierte a Toledo en un tremendo majadero y yo diría que contagiando su majadería e imbecilidad a todos aquellos que idolatran esta faceta palurda y grosera del actor, confundiendo a quien no supera la instrucción de un niño malcriado con un experto activista de los derechos humanos, como no hace demasiado tiempo sucedía, por cierto, en alguna instancia de nuestra universidad, donde fue invitado a impartir una supuesta conferencia.
Digamos que hay distintas formas de corrompernos como seres humanos y de corromper nuestros sentimientos y nuestra sociedad y esta de prodigar alabanzas y ditirambos al chabacano, al vulgar, al maleducado, es una más a la que nos estamos apuntando encantadísimos de la vida.
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