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ARNALDO Otegi no está acostumbrado a pagar sus deudas. Nunca abonó la indemnización de cien mil pesetas a la que fue condenado por secuestrar a Luis Abaitua. “El Gordo”, así le apodaban en ETA, fue condenado a seis años y un día de cárcel, pero ... a la hora de saldar su deuda se declaró insolvente. Ni antes, ni después, ni nunca, Otegi se dignó a pedir perdón o a resarcir a aquel ingeniero con el que, según el relato de la víctima, jugaba a la ruleta rusa por las noches con una pistola. Ni siquiera lo hizo cuando pisaba la moqueta del Parlamento Vasco, mientras cobraba por dirigir la trama política de la banda. “El Gordo” tampoco acabó pagando precio alguno por los otros tres secuestros y el tiroteo en el que le situaron las Fuerzas de Seguridad. Unas veces por falta de pruebas y otra porque no se tuvo en cuenta, el testimonio de las dos terroristas que le situaban en el lugar de los hechos.

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lagacetadesalamanca Las cuentas de Otegi