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Este Bestiario está de fiesta. Desde su rana universitaria al toro de la puente que bautizó a Lázaro. Es San Antón, que protege a caballos ... y cerdos, aquellos cerdos que eran la alegría de la despensa de una familia de campo antes de que llegasen los súper y la Salamanca vacía o vaciada. Su protección se extiende a las mascotas de nuestros días y en el caso de Salamanca junto a otro protector de animales: San Francisco de Asís, que hizo escultura Venancio Blanco, autor del poderoso caballo que monta un altivo vaquero, seguramente inspirado en el histórico Alipio Pérez-Tabernero, en la Plaza de España, donde no hace mucho una madre pato con sus patitos paró el tráfico al salir a dar un paseo. Fue antes de las rebajas. La Alamedilla también tuvo su animalario, hoy reducido a patos y cisnes, pero que incluyó pájaros, monos, conejos de indias, un ciervo y un burro. El estanque tuvo alguna rana clandestina, que no era la universitaria, que da nombre a la fachada universitaria: vamos a ver la “rana”, dicen los turistas. Una vez más, es preciso recordar aquí al veterinario Eleuterio Ferreira y al capuchino David de la Calzada, que recuperaron e hicieron popular la bendición capitalina, en el Campo de San Francisco, como es preciso recodar a la “croqueta modesta y leal”, como la describió Ramón Gómez de la Serna, quien apuntaba que las croquetas deberían tener hueso para saber cuántas llevamos, y uno dice que además de ser uno de los grandes inventos de la humanidad nos enseñó a dividir: tantas croquetas entre cuatro a ... La croqueta, encumbrada en Madrid Fusión, con día internacional (16 de enero) está en la literatura española —Leandro de Moratín, Juan Varela, Emilia de Pardo Bazán...— y en los recetarios domésticos desde 1830, aunque ya rodaban por las mesas. No eran los croquetones franceses, quienes se atribuyen su invención, sino piezas delicadas a las que costaba describir en el Diccionario de la Lengua, dejando claro que los académicos sabían mucho de palabras, pero poco de cocina. A mí me encantan las de Gonzalo Sendín y las de José Luis Valencia, que tienen en común que son familiares. Las de Gonzalo se han medido en Madrid Fusión y están entre las mejores de España, según los jueces del concurso que patrocina José Gómez, Joselito, al que digo desde aquí que ya le vale no llamarme para jurado. Por cierto, si algo debe tener una croqueta como dios manda es una cápsula crujiente, así que una vez más proclamo que el gran destructor de croquetas se llama microondas.

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lagacetadesalamanca Las croquetas de San Antón