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Crei que nunca llegaría, pero todo llega. Este que tiene en sus manos y bajo sus ojos es el último Bestiario del “estado de alarma”, ... así que el siguiente ya verá la luz de la nueva normalidad o como quiera que se llame a lo que viene. Casi cien días de sitio por el virus, con escaramuzas muy serias, que al final han dado lugar a una gran batalla, que, como todas, ha dejado víctimas, siempre demasiadas, y héroes. Se anuncia una postguerra larga y dura, que sumará nuevos damnificados, incluso mentalmente, han dicho psiquiatras del Clínico. Me parece lejano mi primer recuerdo de estos cien días, el de las calles vacías, los establecimientos cerrados y el piar de pájaros como único sonido urbano. Luego vino el afán por el papel higiénico, que dio lugar a cierta escasez, menor, desde luego, que la de las mascarillas; afán, también, por la lejía y los geles de hidro alcohol, y por la harina, con una necesidad notable de peluquería. Recuerdo los aplausos de las ocho, los sanitarios aislados en monos, los memes a todas horas, la escalada al pico, la curva que se doblaba, el lío de frases y fases y el enredo permanente de los políticos. El pacto muñido por Alfonso Fernández Mañueco en la Comunidad o García Carbayo en el municipio, tienen algo de milagro en estos tiempos que corren, que van a exigir otros milagros, construidos, eso sí, ladrillo a ladrillo, como el “Milagro” de Enrique Basabe en la “Prospe”. Uno de esos milagros tiene que ver con la recuperación de la confianza en todo, la cual intuyo costosa. Hoy se habla de millones de euros como en el campo de fanegas ante una cosecha. Para coches que no contaminen, para viviendas de alquiler, para que los turistas vengan a la España vacía o vaciada, para que los chavales estudien en condiciones con igualdad de oportunidades...

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