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Decía el otro día el extraordinario jugador del Betis Joaquín, que a pesar de sus 41 años, todavía conserva ilusión y energía para seguir jugando ... pero que ha escuchado una voz interior que le advierte que al fin de temporada es el momento justo para retirarse.
Intuyo que con el tiempo, va a estar agradecido a esa voz que ahora le pudiera parecer un tanto antipática y aguafiestas. No hay nada más terrible para alguien que durante los 23 años de carrera ha disfrutado de tanto afecto y admiración que de pronto comience a cosechar todo lo contrario por el hecho de hacer oídos sordos a esa voz que le dice que está a un paso de comenzar a arrastrarse por los terrenos de juego por llevar la fecha de caducidad sobrepasada.
Lo que sería fantástico es que algunos de nuestros políticos comenzasen como Joaquín a prestar oídos a esa voz interior que viene avisándoles de que llevan mucho más tiempo de lo deseable coleccionando cargos públicos y es hora de dar paso a otros con ideas y energías más frescas para ejercitar su labor de gestión pública. Me refiero a esa gente que todos vemos, menos ellos, que llevan la fecha de caducidad pegada en el culo tan pasada que incluso nunca se ejercitaron en otro trabajo, solo expertos en ir capeando el temporal enlazando mandato tras mandato.
Estos últimos días en Salamanca, por poner uno de los ejemplos más llamativos, ha estado en boca de todos la no inclusión de Javier Iglesias por parte de Carlos García Carbayo en la lista de candidatos a las próximas municipales. Evidentemente, Iglesias, no sería el único rostro de los que aparecen en la lista de candidatos representando lo más vetusto y prescrito pero es curioso que esa voz interior que debía venir escuchando en su oído el propio Iglesias, resulta que al tenerla silenciada nos la haya venido a verbalizar su propio compañero y amigo de partido, el señor Carbayo, que directamente justificaba la no inclusión de Iglesias asegurando que “el partido debe mantenerse fresco y vivo”.
Es decir, que hasta a juicio de su propio colega, el actual presidente de la Diputación hoy por hoy como político representa lo rancio y lo muerto que mirando cualquier diccionario de antónimos es justo lo contrario de fresco y vivo. Ayer se supo que Javier Iglesias reaparecía en una nueva lista, como vemos sigue sin escuchar su voz interior.
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