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Si no soy políticamente correcta y no estoy de acuerdo con una determinada línea de pensamiento no tengo derecho casi, ni a ser mujer. La ... moral cívica de las personas ha desaparecido. La vida nos ha subido en lo que interesa a la gente, comida y energía, un 25% mientras los impuestos no han bajado; ninguno sale a decir que esto es inviable; nadie dimite; los sindicatos callan y es incomprensible que no digan ni pío; vemos lo que está pasando en Francia y aquí tenemos unas tragaderas que nos entra de todo; tenemos dos ministras que son las mujeres que manejan el feminismo en un país que ya no sabe ni cómo se llama. ¿Qué nos está pasando para ser una sociedad aborregada camino del matadero? Nos están atacando por todos los frentes y aguantamos silenciosos, con el silencio de los corderos. Miles de millones de euros de nuestros impuestos se evaporan en consignas feministas que, lejos de aportar soluciones a los problemas de las mujeres, los diluyen en soflamas que se enredan entre ellas como cerezas dentro de una cesta y que nos avergüenzan a la mayoría, independientemente del signo político pero...¡Que nadie se mueva!
¿Dónde está la lucha verdadera para la igualdad? ¿Queremos igualdad? Luchemos de verdad por la mayoría de las mujeres, “las madres amas de casa”, que no tienen reconocido su inmenso trabajo: tienen hijos, limpian, educan, curan, atienden a los enfermos de la familia, cuidan de los mayores, son ingenieras de finanzas, doctoradas en aguantar y en quitar hierro a los asuntos siendo verdaderas candidatas al Nobel de la paz de los hogares, son diosas que multiplican los panes y los peces para dar de comer a una familia que, lejos de mermar, aumenta con el tiempo; son consejeras, psicólogas y además satisfacen los deseos más perentorios del ser humano y trabajan 365 días al año las 24 horas del día y digo bien, pues ellas duermen con un ojo abierto y el otro cerrado. Ellas dan viabilidad a la sociedad pues, sus hijos son los futuros obreros y los futuros soldados... nos dan médicos, abogados, ganaderos, agricultores, maestros, electricistas, fontaneros, albañiles, ingenieros... nos lo dan todo y a cambio la sociedad no les reconoce su trabajo, ni sueldo, ni seguridad social, ni por supuesto jubilación. Dejan en el camino sus manos, sus cuerpos, su mente y envejecen sin la dignidad que tiene cualquier trabajadora que cotizó o cualquiera de esas mujeres, que valiendo mucho menos, quedan con un sueldo de por vida... Este ojo que observa reivindica el derecho de una igualdad que nos permita elegir entre ser ingenieras aeroespaciales o ser madres dedicadas a organizar una familia y trabajar 365 días al año, si así lo desean, pero sin perder ningún derecho de los que tiene cualquier mujer trabajadora. Pero esto no interesa, no es políticamente correcto porque no asume los roles masculinos y si la mujer no se masculiniza...ya no es mujer avanzada ni progresista.
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