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No amo a Madrid más que a Salamanca pero, aun así, Madrid es una ciudad fascinante. Tres o cuatro días en “la capi” de vez ... en cuando para sacudirse el pelo de la dehesa, y se regresa a provincias como nuevo. Vengo haciéndolo desde que era muy chica. Aun tengo la sorpresa en mi boca de aquella hamburguesa que me comí en el primer Burger King que se abrió en España. Era el Madrid de 1975, a punto de comenzarse un proceso de Transición, en el que hasta los recién llegados al uso de razón advertíamos que los de uno y otro lado iban a trabajar por un futuro de progreso, paz y libertades.

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lagacetadesalamanca La una, diosa; la otra, irreverente y mendiga