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Estábamos enredados en las encuestas electorales de chef Tezanos y las votaciones digitales de AlbertoCasero que no vimos venir al lobo. La ... política lo absorbe todo. Estamos el día entero con las cosas de la política y marginamos la política de las cosas, hasta que un día la realidad te reubica de un bofetón en su sitio. Este es el caso. El campo ya ha encendido las alamas por sequía. No es que no llueva a gusto de todos: es que no llueve desde más o menos Reyes y hay una cosecha que pide paso. Y estamos hablando de las cosas del comer, que son las más serias. Vamos a ver qué dicen del agua nuestros candidatos, de esta sequía que, espero, no sea pertinaz como aquellas de la postguerra, ni alcance el dramatismo que reflejan los apuntes de Manuel Villar y Macías en su “Historia de Salamanca”. La sequía era hambre y con esta llegaban todas las desgracias imaginables. Había que ver ese Tormes hecho un fangal, que se podía cruzar andando o cómodamente por la pesquera. Hace poco pude hacerme una idea viendo unas fotografías de José Palacios, histórico reparador de bicis, de no hace demasiado tiempo. Aquella bajada del agua sacó a la luz electrodomésticos, neumáticos, también bicicletas o coches de niños, que se habían arrojado al río. A veces, cuando desciende el agua de un pantano, salen también a la luz los restos del pueblo que se abandonó por culpa del progreso, como un pecio, y todos acudimos a dejarnos fascinar por esas construcciones que no se hicieron, precisamente, para estar bajo el agua. Salvatierra de Tormes, el pueblo de Filiberto Villalobos, don Fili, traslada esa fascinación, habiéndose librado de la inundación. Ya verá en Cáceres, cuando echen abajo la urbanización del pantano de Valdecañas, con sus 185 villas, hotel de lujo, campo de golf... Total, que estamos entrando en un tiempo de sequía. Así, “Sequía”, han titulado una serie de televisión.
Cuando el agua cumplía corría por Álvaro Gil camino de la actual calle de Crespo Rascón para formar parte de la Vaguada de la Palma. Las obras de reforma han sacado a la luz unos restos arqueológicos sobre los que algunos han preguntado: ¿ahí? Pues sí. El Centro de Estudios Salmantinos acaba de reeditar los fantásticos “Dibujos Salmantinos” de Joaquín de Vargas Aguirre donde se habla de la ermita del Cristo de los Agravios, que luego fue capilla del Humilladero, y luego se agregó a la cercana capilla de Santa Bárbara, en 1670. La presencia de agricultores en toda esa zona, que acabó por dar nombre al barrio, hace pensar en un vínculo con aquellas construcciones, que, quién sabe, igual sus restos siguen ahí, y son los que han salido a la luz. Y hablando de luz, la detective Carabias, Ana Carabias, extraordinaria profesora e investigadora, está anunciada en el Casino el próximo martes para presentar nuevos hallazgos de Beatriz Galindo, sí, “La Latina”. Ya comenté en su día que quedé impactado cuando negro sobre blando la detective Carabias demostró que Beatriz fue doncella de la Corte y nada más. Entonces, oiga, cómo es posible que haya alcanzado la notoriedad histórica que tiene. Bueno, pues de eso va la conferencia del martes que viene. No haga planes para ese día porque este es el plan.
Ahora que nos desprendemos de la mascarilla pandémica, quizá debamos utilizarla para filtrar la polución atmosférica por falta de lluvia. No la guarde muy lejos, que nunca se sabe. Adiós por ahora a la mascarilla en la calle, salvo en las apreturas del arco de la Calle Toro, arco del Corrillo y en algunos momentos la Rúa. Uno estaba harto, pero cuando me daba el bajón pensaba en la disciplina de los críos en los patios, parques y campos de deporte: se tienen ganado un homenaje. En interiores, sigue siendo obligatoria y no se vislumbra el día en el que por fin abandonemos las mascarillas. Parece que no será mañana.
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