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El 13 de octubre de 1988, el cardenal de Turín Anastasio Ballestero, confirmaba oficialmente que la denominada Sábana Santa, considerada hasta entonces por los católicos ... como la reliquia más valiosa del cristianismo al creer que había envuelto el cuerpo de Jesús, era falsa. Fue una decepción, claro, pero hubo que aceptarlo. Todas las pruebas científicas demostraron de forma infalible que no podía haber envuelto el cuerpo de Cristo. Su procedencia era posterior. Concretamente de la Edad Media.
De aquella declaración hizo el jueves 34 años. Por eso, resulta realmente extravagante que a estas alturas el cabildo catedralicio y otras autoridades locales, simulando hacer oídos sordos a aquella declaración, aún pretendan jugar con la incógnita de que pudiera tratarse de una auténtica reliquia presentando una exposición sobre ella, nada menos que en la Catedral. Una muestra, por cierto, que ya ha pasado generando polémica en torno a su idoneidad, por alguna otra ciudad como Sevilla bajo el nombre más explícito de “Sábana Santa” aunque aquí se presente dándole bombo de inauguración mundial y bajo el peliculero título de “The Mistery Man”, no sé si para celebrar que Salamanca aspira a ser la ciudad del español.
Recuerda el asunto a aquel flipante Museo de Arte Oriental que en tiempos de Julián Lanzarote se instaló en la Torre de los Anaya y donde dos coleccionistas con bastante jeta habían convencido a nuestras autoridades de que las piezas allí expuestas, algunas tan falsas como las figuritas horteras de las tiendas de Todo a Cien, eran obras valiosísimas y antiquísimas del mejor arte oriental de la Dinastía Ming.
“Estoy seguro que los salmantinos van a alucinar con “The Mistery Man” -declaraba estos días el comisario de esta exposición-. Y que va a tocar el corazón de todos los cristianos”.
Puede que tenga razón. A la gente le fascina fantasear. Quienes no conocen la historia del astronauta esculpido en las portaladas de la Catedral Nueva también alucinan imaginando a los renacentistas arquitectos del siglo XVI iluminados por revelaciones futuristas de la NASA. Mucho me temo, sin embargo, que lo que esta exposición está buscando más que el corazón de los cristianos es el bolsillo con un cuento tan barato como los que prohíbe el octavo mandamiento de la Ley de Dios.
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