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Nuestros investigadores han descubierto que la luz puede retorcerse. El hallazgo de Laura Rego, Carlos Hernández, Julio San Román o Luis Plaja solo ... era posible en Salamanca, ciudad de la luz (y vanguardias) y del barroco, al que tanto le gustaba retorcer las cosas, ya fuesen columnas en los retablos, esculturas o pinturas. El barroco lo retorció todo, salvo la luz, que ahora ya es posible. Un descubrimiento que llega en un momento en el que los políticos dan su brazo a torcer por mantener una silla o unas aspiraciones, a la vez que usted y yo vamos buscando nuestro lugar en el verano, que puede ser una plaza, un patio, un parque o una terraza. Las plazas y patios salmantinos parecen diseñados para la música barroca, aunque el verano los conquiste el jazz, que es una forma de retorcer la partitura, como bien saben nuestros Fernando Viñals o Chema Corvo. Los parques son más para la lectura de los clásicos mientras que las terrazas podrían ser patios de butacas desde los que contemplar el gran espectáculo de la vida. El paseo despistado de los estudiantes extranjeros que llegan a Salamanca, por ejemplo, cuyos Cursos Internacionales cumplen este verano noventa años. Nacieron con la Cátedra de Lengua Española para Extranjeros y tuvieron que ser relanzados a principios de los años sesenta por César Real de la Riva. En aquel 1929 fundacional, Unamuno estaba todavía en el exilio y el Gran Hotel iba tomando forma. Aquel año, las protestas estudiantiles obligaron a que el Gobierno de Primo de Rivera cerrase la Facultad de Medicina.

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lagacetadesalamanca La luz torcida