La llamada

El primer día que aquel ciudadano decidió hacer uso de él, tras marcar el correspondiente número una voz femenina metalizada le especificó: “Si usted está de acuerdo con el contenido de las últimas declaraciones de nuestro vicepresidente, pulse la tecla número 1, si está de acuerdo en la mayor parte pero quiero matizar algún pormenor pulse la tecla número 2 y si usted está en pleno desacuerdo pulse la tecla número 3 y permanezca a la espera por favor”.

El ciudadano castellanoleonés decidió pulsar la tecla número 3 y esperar. Transcurridos diez minutos, una segunda voz, en este caso masculina, vino a decirle: “Gracias por su espera. Por favor si usted piensa que el presidente debe inmediatamente pedir perdón por las declaraciones de su vicepresidente vuelva a presionar la tecla número 1, si usted prefiere que el presidente se presente en los medios pero no para pedir perdón, sino para decir que el vicepresidente no ha dicho lo que todos sabemos que sí ha dicho pulse la tecla número 2 pero si usted prefiere que sea el propio vicepresidente quien comparezca para que el mismo se desdiga de la tontería que se le escapó, permanezca a la espera”.

El ciudadano pulsó la tecla número 3 y se mantuvo a la espera un cuarto de hora hasta que una nueva voz muy parecida a la del propio portavoz del Gobierno de la Comunidad aunque un poco más robótica compareció al teléfono aclarándole: “Gracias por su espera. Por favor, pulse su número de carnet de identidad y permanezca a la espera”.

Tras media hora larga de espera, la misma voz que había escuchado con anterioridad volvió a sonar por el aparato y en esta ocasión traía malas noticias: “Gracias de nuevo por su espera -le dijo- sintiéndolo mucho debemos informarle que usted no está autorizado para protestar por las declaraciones del vicepresidente porque en nuestro registro su nombre aparece como alguien que no votó en las últimas elecciones como era su deber”. A continuación, sonó un pequeño click y se cortó la comunicación.