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Estaban el sábado el Barcelona y el Atlético de Madrid decidiendo cuál de los dos equipos podría proclamarse campeón de la actual liga, cuando de ... pronto, a Diego Costa, el delantero rojiblanco, se le cruzaron los cables y le gritó al árbitro —según consta en acta— la siguiente y contundente frase: “Me cago en la puta madre que te parió”.
Acto seguido, el colegiado mostró sin titubear un instante la tarjeta roja y expulsó al jugador con lo que concluyó el banquete futbolístico, el partido y el actual campeonato de Liga. Fue entonces cuando sobrevino uno de los momentos más surrealistas de la historia de la competición. Diego Costa, corrigiendo la percepción del árbitro, le intentaba advertir que en ningún caso había dicho “Me cago en la puta madre que te parió” sino “Me cago en la puta madre que me parió”.
La discusión entre el “te” y el “me” era pertinente porque si bien en el primer caso, el hispano brasileño —y perdonen lo escatológico de la casuística—, se cagaba en la madre del árbitro, en el segundo sería en la propia, con lo cual, por muy mal hijo que sea, no estaría haciendo el supuesto desprecio al colegiado que habría ocasionado una expulsión tan trascendental para el desarrollo del encuentro, que en ese preciso instante con un 0 a 0 en el marcador, conservaba la incertidumbre que mantenía viva la Liga. Como acostumbra tantas veces, el VAR, a pesar de ser muy procedente su contribución, no quiso tampoco entrar de oficio a dilucidar si Costa se había cagado en su propia estructura familiar o fuera y el resto ya es conocido. Esa dichosa y confusa letra del abecedario, puede haber decidido el campeonato, tanto o más que cualquier gol de Messi por toda la escuadra.
La moraleja tal vez venga a ser que de los muchos millones que se gasten los equipos de fútbol en las fichas de sus jugadores estrella, sería muy aconsejable y oportuno distraer alguna modesta cantidad para darles unas cuantas clases de urbanidad y buena educación y que a la hora de la verdad la suerte de un campeonato no la tuviese que decidir necesariamente, de qué madre en concreto se acaba de acordar el camorrista que juega de delantero centro.
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