La Iglesia, víctima y abusadora
Jueves, 21 de febrero 2019, 10:19
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Jueves, 21 de febrero 2019, 10:19
Puede que sea la institución más poderosa del mundo, amén de una de las más antiguas. La Iglesia Católica tiene una historia de dos mil ... años. Su doctrina, compendiada en la Biblia y el Magisterio, es seguida por 285 millones de personas a lo largo y ancho del planeta. Estamos hablando de que un 17,7% de la población mundial profesa la fe en Jesucristo dentro de la Iglesia a la que los Santos Padres definieron como “casta meretriz”, como “santa y pecadora”.
Desde hoy —y hasta el sábado— tendrá lugar por primera vez en su milenaria historia, un encuentro para abordar la pederastia en su seno. Será en el Vaticano y asistirán los 114 obispos que presiden las conferencias episcopales de los 114 países que cuentan con este organismo. También estarán presentes algunos representantes de órdenes, congregaciones y sociedades de vida apostólica, tanto masculinas como femeninas. Cardenales, prelados y otros jerarcas hasta alcanzar las 190 personas. El papa Francisco, que ha promovido esta asamblea para intentar atajar la mayor crisis que se recuerda en la historia contemporánea de la Iglesia, participará en todas las sesiones.
A simple vista parece que la cosa va en serio. Que el sábado, cuando se clausure este histórico encuentro contra las violaciones y los abusos sexuales a menores cometidos por clérigos y sobre los silencios y encubrimientos de sus compañeros y superiores, todo se arreglará. Pero me temo que, como sospechan y critican víctimas y supervivientes, todo continuará igual de roto.
Por de pronto, la Unión General de Superiores y Superioras Mayores, asociación en la que se agrupan religiosos y religiosas, ya ha dicho en un comunicado que “tres días es un tiempo muy breve”. Vamos, que son pocos días. Y que la cosa es más seria de lo que parece. Por su parte, los organizadores de la cumbre aseguran que han enviado un test preparatorio y que les han respondido el 89% de los participantes. Con lo que hay un 11% a los que no parece interesarles ni siquiera como para disimular. O no les funciona el correo electrónico, que vete tú a saber.
También han pedido, a cada uno de los obispos que presiden las respectivas conferencias episcopales, que escuchen a las víctimas de su país, en su país, antes de participar en la cumbre. No hay datos de cuantos lo han hecho. Como tampoco los hay del número de víctimas. Ni tampoco del de pederastas. A pesar de que todos los casos se denuncian y contabilizan en la Congregación para la Doctrina de la Fe. Nada. Ni una estadística pública. Pista libre para la cábala, el rumor y la ciencia ficción.
Y hablando de ocultar, tapar y encubrir; las sesiones serán a puerta cerrada y no se permitirá la presencia de periodistas. Este dato juega a favor de las asociaciones de víctimas que se quejan de la inutilidad de la reunión. Por muy histórica que sea. Por mucho que algunos nos empeñemos en no dejar de creer.
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