La guerra de los impuestos
Lunes, 3 de octubre 2022, 05:00
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Lunes, 3 de octubre 2022, 05:00
La guerra de los impuestos ha comenzado. Y por guerra hay que entender batalla mediática por ver qué administración anuncia más alto que rebaja tributos. A este paso, hasta el presidente de tu comunidad de vecinos va a notificar que a la próxima junta va ... a llevar la bajada de las cuotas, argumentando que cuando no haya dinero para la limpieza ya se le pedirá una subvención al Estado. Si es que queda algo, que el gobierno más comunista de la Historia lo dilapida todo en chiringuitos de género, lobbies LGTB y “ecolojetas”. Pongo la mano en el fuego por que ninguno de los aquí presentes conoce a nadie que viva de esos chiringuitos, y sí, por ejemplo, de la tauromaquia. Que, por cierto, sobrevive gracias a las subvenciones directas que las distintas administraciones le conceden. Y cualquiera que conozca medianamente ese mundo sabrá que razón no me falta. Porque, claro, si los empresarios del mundo del toro tuvieran que vivir de las entradas que compran los políticos para ver los festejos, tendrían que ir buscándose otro empleo.
El porqué del debate superfluo sobre los impuestos tiene una doble vertiente. La primera, bastante evidente, es porque se ha dado pistoletazo de salida a las elecciones locales. La segunda, la fiscalidad es un tema que el Partido Popular controla. Son los primeros comicios a los que Alberto Núñez Feijóo tiene que enfrentarse después de que su predecesor, el ya olvidado Pablo Casado, perdiese hasta cinco elecciones consecutivas. Y en este intento de volver a vender un PP moderado, un PP del perfil técnico del gobierno de Soraya Sáenz de Santamaría (recordemos que Montoro y Wert eran parte de ese PP tecnócrata, cuerda en la que, por cierto, siempre se mantuvo Mañueco), el eje de su agenda pública es la repetición del mantra neoliberal “hay que bajar impuestos”. Un Partido Popular que, en definitiva, no deja de ser el mismo de José María Aznar y Esperanza Aguirre. Con lo que ello supone.
La pregunta no es si se está o no de acuerdo con la reducción de la presión fiscal. La cuestión es ver a quién se le aplica. Moreno Bonilla anunciaba a bombo y platillo la supresión del impuesto de sucesiones. En Castilla y León, nos adelantábamos, y en 2021 se suprimía este tributo con el voto a favor no solo de los partidos de gobierno, sino también de los “transversales” de Por Ávila y Unión del Pueblo Leonés. Según cálculos de la Junta esta bonificación afectaría a entre 5.000 y 15.000 castellanos y leoneses, lo que supone entre el 0,2% y el 0,6% de la población. Hablando en plata, aquellos que heredaban al menos 400.000€. Lo que viene siendo cualquier familia estándar de nuestra Comunidad Autónoma. En contraposición, las arcas autonómicas dejaron de recaudar en 2021 más de 23 millones de euros. Aunque pensándolo bien, que Castilla y León tenga -según el presidente- los impuestos más bajos de la Historia no es tan loco. Porque claro, si no hay servicios públicos, no es necesario pagarlos. Jugada perfecta.
En cualquier caso, como sociedad madura que somos en este Estado, tenemos que agradecer que se pongan sobre la mesa temas más serios y dejemos de vociferar sobre bulos y mentiras como la supuesta defensa de la pedofilia de la ministra de Igualdad -basta con ver el video completo y no el fragmento viral- o sobre si un maltratador cambió de sexo registral y ahora no puede ser juzgado por violencia de género -cuando ni siquiera se ha aprobado aún la llamada Ley Trans-.
Demostremos que somos una sociedad inteligente que no se deja llevar por las provocaciones infantiles de cierto partido que, como está demostrando en sus carteras en la Junta, no tiene ni idea de gobernar mientras lo intenta ocultar con soflamas yermas. Eso sí, siempre votan para reducir impuestos a los suyos, no para los que madrugamos.
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