La Feria se pone en marcha

Ahora que ha cerrado Salamaq, convertida en un espacio de reproches políticos, abren la Feria de Día y las “ferias”, que son en la jerga salmantina las atracciones feriales con sus “caballitos”, “chocones”, las escopetas de feria y tómbolas. Palabras que podrían estar en el “Diccionario de las hablas de Salamanca”, de Gonzalo Francisco Sánchez. Unas ferias que han ido de allá para acá hasta emplazarse felizmente en La Aldehuela, desplazando temporalmente al rastro. No sé por qué el otro día salió en una conversación el famoso Teatro Chino de Manolita Chen, que era un clásico de las “ferias” de entonces, como lo eran en los teatros las revistas con Lina Morgan y Juanito Navarro, las comedias de Pedro Osinaga y Arturo Fernández, y aquellas funciones con Rafaela Aparicio que abarrotaban los teatros, como las del salmantino Fernando Santos con Zori y Codeso. El teatro de hoy es otra cosa, pero sigue depositado en figuras populares como Antonio Molero, Marina San José o David Bustamante. El encendido de las “ferias” tiene de protagonista esta noche a Silvestre Sánchez Sierra, y no imagino unas fiestas de Salamanca y naturalmente sus corridas en La Glorieta, sin Silvestre y su bigote. Más allá del conocido sonido de los “chocones”, de los animadores de las tómbolas, el olor a perrito caliente y nubes de azúcar, o los éxitos de moda que acompañan a la noria y otras atracciones, la banda sonora de esta noche la pone Pastora Soler en la plaza del pueblo, que es una figura de la música. De nuevo el vecindario ha hecho bandos de las fiestas y sobre todo de sus conciertos: un clásico. Será tema de conversación en las casetas que abren hoy y dan forma a la Feria de Día, la feria de los tres euros, dicen que la llaman. Una feria complicada, aseguran los hosteleros. En fin, que todo se pone en marcha este miércoles con los niños y jóvenes viendo cada vez más cerca la puerta del colegio, del instituto y la Facultad. Septiembre tiene estas cosas.

Mi Feria es también un buen guiso de rabo de toro, que debiera ser el “plato de Feria” como hay un pincho de Feria. Sé que no todos los rabos de toro lo son realmente, pero el guiso, el estofado, la carne tierna que se suelta del hueso sola lo perdona. También lo es la concentración de tratantes hablando de la montanera y fijando el precio de los cochinos que serán chacina en las cercanías del Casino, convertido en museo de arte taurino estos días. Y ese trajín de aficionados (pura resistencia) los días de corrida con la ilusión en la mirada y las dudas en el ánimo. La Feria es también el ambiente y este no viene anunciado en los carteles, ni lo programa el Ayuntamiento, es preciso descubrirlo y formar parte de él, lo cual exige fijarse mucho. Todo se pone en marcha esta tarde y hay ganas.