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La feria de los estorninos

Miércoles, 11 de noviembre 2020, 04:00

La niebla es una vieja amiga de Salamanca. La viste de misterio, sobre todo por la noche, con la luz monumental. Apareció por la mañana ... y ni siquiera dejaba intuir la veleta de San Juan de Sahagún, donde pelean San Jorge y un dragón, que acaban de hacer suya los estorninos al atardecer. Son pájaros caprichosos que a veces asaltan ramas, otras veces son los vientos de antenas y ahora las veletas. Pájaros ruidosos que pueden ponerte la cabeza como si llevases dentro las ferias de septiembre con tómbolas y chocones a todo trapo. Y listos. Vuelan en grupo interpretando un espectáculo visual tremendo para espantar a las rapaces. Tienen también su literatura, que no todo van a ser tiernos gorriones, románticas golondrinas o gaviotas marineras; aparecen en el “Enrique IV” de Shakespeare, lo que hizo que un devoto del escritor, llamado Eugene Schieffelin llevase a Nueva York, sesenta estorninos en 1890. Hoy, desde los Grandes Lagos a la frontera con México no saben qué hacer con los dichosos estorninos y el tal Eugenio y la madre que lo parió son muy recordados. No sé si creerme que Mozart enseñó a cantar a uno, quizá sea un bulo y me condenen por ello en virtud de cierta orden sobre seguridad nacional. Por si no teníamos pocos sobresaltos.

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