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La sobremesa televisiva tiene también sus cortejos. Animales que se exhiben ante sus parejas, y presumen de plumas, bailes, músculos, dientes, cuernos o garras para ... llegar a la cópula que haga posible que la especie progrese. Las campañas electorales se construyen sobre cortejos seductores, que tienen como objetivo al votante, y otro tanto podríamos decir del ajetreo de pactos de estos días. El Instituto de las Identidades de Salamanca también nos ha enseñado que el cortejo forma parte de la tradición. Nuestros mayores bailaban para seducir, hacían roscas y hornazos para la deseada pareja, la sorprendían con un ramo o bordaban el ajuar para cuando llegase el momento. En un instante del documental “Latidos” de David Gómez Rollán, uno de los intervinientes dice que las canciones de hoy hablan de lo mismo que las de entonces, porque el amor, la lealtad, la fidelidad o infidelidad son universales. El documental puso broche a un emocionante acto de aniversario (diez años) en el que todos sentimos cómo el subsuelo provincial se sacudía con la música y sobre todo con la percusión de tambores, panderos cuadrados, panderetas o almireces, que acompañaban a dulzainas y gaitas, o a la propia voz de cantos telúricos y ancestrales. Juan Francisco Blanco recibió un sinfín de felicitaciones por ello mientras en algunos corros se hablaba de la reforma del nuevo edificio del IDES al que había aludido el diputado de Cultura, Julián Barrera, que sí entiende de tradiciones.

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lagacetadesalamanca La estación del cortejo