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Verónica Casado es buena gente, muy amable, muy laboriosa, con una enorme capacidad de trabajo que le ha permitido estar al pie del cañón durante estos quince meses de pandemia. Pero nuestra consejera de Sanidad no tiene carácter y, lo que es peor, no tiene ... las ideas mínimamente claras. Cada vez que va a Madrid a estas tumultuarias reuniones del Consejo Interterritorial de Salud, se hace un lío, se ofusca y acaba sucumbiendo a los deseos del ministro de turno, antes el filósofo Salvador Illa y ahora la picapleitos Carolina Darias.

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lagacetadesalamanca La dócil y pusilámine consejera