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A veces, las pequeñas anécdotas nos retratan con mejor puntería que los más profundos tratados sociológicos. Hace unos días, al tiempo que se anunciaba el ... estreno en televisión de una serie titulada “Diarios de la cuarentena”, me llegaron por WhatsApp dos mensajes casi simultáneos. El primero comenzaba diciendo: “Mañana martes ponen en TVE la serie “Diarios de la cuarentena”. La mayoría de los actores están muy comprometidos con lo público, la solidaridad y la justicia social y además es una serie de la Televisión Pública. Por favor, hay que recomendar y ver esta serie. Tenemos que conseguir entre todos y todas que sea un éxito, a favor de la sanidad pública, de la justicia social y de la solidaridad”.
Por su parte el segundo comenzaba diciendo: “Hola, ¿Te has enterado de que mañana martes TVE estrena una comedia para reírse del coronavirus y del confinamiento al que nos tiene sometido el Gobierno? Pretenden que miremos para otro lado mientras la pésima gestión de Sánchez está causando muertes y más muertes alrededor. ¿Nos toman por tontos? Firma y comparte esta campaña para exigir a la directora de RTVE que tome cartas en el asunto para cancelar “Diarios de la cuarentena”.
El primer mensaje me lo enviaba un músico al que quiero y admiro. El segundo un poeta no menos admirado y querido. Ni uno ni otro, sospecho que habían redactado los respectivos mensajes. Además de atufar a propaganda política, llegaban a mi teléfono con la etiqueta de “Reenviado”. Intuyo también que ninguno de ellos ni siquiera había visto la serie, puesto que no trabajan en el medio televisivo, sin embargo, ahí estaban cada uno de ellos desde su antagónica trinchera, dispuestos a darle al gatillo fácil de la tecla de envío para defender u atacar una causa de la que carecen de los más elementales argumentos.
No nos hagamos ilusiones. Por mucho que nos esmeremos, incluso en circunstancias donde se aconseja estar más unidos que nunca, seguirán existiendo dos Españas antagónicas, que contagiadas de las más obscenas e irascibles arengas políticas, se miran de reojo desde el sofá con el móvil en la mano, otorgándose la autoridad para decirnos hasta cual es el botón del mando a distancia que debemos apretar para poder considerarnos buenas personas.
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