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Este ojo que observa... observa. Hay mucho trabajo detrás de una noticia: recabar información, contrastar fuentes, redactar, analizar,... el periodismo que se hace en la ... Gaceta de Salamanca es concienzudo. Tal vez ahí este la clave para entender porque lleva informando 100 años. ¡Ahí es nada! No cabe duda de que un buen periodismo tiene costes muy altos y aunque parezca una obviedad, hacer buen periodismo en estos momentos, es complicado. Dar buena información no es cortar y pegar, eso lo hacen los medios que tan sólo reproducen noticias y si desgraciadamente la noticia es una “fake news” se produce el efecto más devastador de la información: la desinformación y la duda. Llevo preguntándome desde hace tiempo por qué se está fortaleciendo cada día más la teoría de la conspiración. Qué puede suceder para que miles de personas se hagan partidarias de posiciones a todas luces inverosímiles y descabelladas.
Se dice que estamos en la era de la información y con la facilidad que tenemos para acceder a ella, es ahora cuando el mundo debería estar más informado. Pero yo me pregunto ¿estamos más informados o es más fácil manipularnos?
El filósofo Santiago Alba Rico propone varias causas para explicar el auge que están teniendo las teorías conspirativas en torno a la pandemia: “Una vertiente es atávica: siempre nos da más miedo una causa contingente incontrolable que una que tiene nombre y cuerpo. Necesitamos encontrar un culpable reconocible. La segunda tiene que ver con la sobrevaloración de la ciencia y la medicina. Creíamos que en Occidente estábamos protegidos de la muerte, que la ciencia siempre encontraría el recurso. De pronto nos encontramos ante un virus incontrolable, por lo que tendemos a pensar que cualquier sorpresa tiene que proceder de la mano del hombre, porque ya habíamos vencido a la naturaleza. El tercer y último vector para la explosión de estas teorías, tiene que ver con la necesidad del gobierno de EEUU de desviar el foco de atención de las fracturas que este virus le ha producido al país y busca un culpable reconocible: China”. Realmente estas teorías o mejor dicho estos comportamientos, no son nuevos. Es a partir de la inauguración de lo que conocemos como Mundo Moderno y su racionalidad como base del pensamiento, a finales del siglo XVII, cuando las poblaciones dejan de atribuir las causas de las desgracias humanas a la religión. Es entonces cuando se empiezan a buscar causantes dentro de la lógica racional. Pero como desgraciadamente sí hay injerencias de unos países en otros y también entre empresas en busca de la hegemonía, esto ha facilitado que algunos sobrepasen los límites lógicos y científicos y lo extiendan a todo. El filósofo Karl Popper fue el primero en teorizar sobre este asunto y dejó escrito que la conspiración no deja de ser una forma de secularizar la superstición. Esto es muy interesante si tenemos en cuenta que la superstición camina junto al hombre desde la noche de los tiempos. La religión fue el arma conspirativa para algunos, como los milenaristas, en otras épocas. Hoy el ciudadano accede a la información sin que nadie haga filtros y eso favorece estas teorías. De ahí la importancia de saber dónde informarnos pues no todo vale.
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