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El negocio no es nuevo. En aquellos días del Madrid galáctico, contaba el director de Marketing de Florentino Pérez, José Ángel Sánchez, lo que había ... supuesto el fichaje de David Beckham al Manchester United. Es cierto que necesitó de un desembolso de 36 millones, que por entonces no era moco de pavo, pero en sólo seis meses, había despachado la friolera de un millón de camisetas con su nombre a la espalda. Cuando el Real Madrid lo vendió con 32 años al Galaxy lo hizo por 162 millones. Finalmente, además de su aportación como extraordinario futbolista (aquellos pases milimétricos a cuarenta metros), la operación David Beckham había supuesto para el club blanco nada menos que un superávit de 440 millones.
Y en el ámbito del rock and roll, hay bandas que a lo largo del tiempo han despachado muchas más camisetas que discos o entradas de conciertos. En estos tiempos de postureo, ¿Quién no tiene una camiseta de Los Ramones, Pink Floyd o los morros de Mike Jagger, incluso aunque en la intimidad se dediquen a escuchar a Julio Iglesias, David Bisbal o Cali y el Dandee?
El tipo de El Puerto de Santa María que se está forrando vendiendo online la camiseta con el hastad de “Sanchezveteya”, es un sagaz emprendedor que nos está demostrando a todos que se puede emerger con imaginación de las ruinas en mitad de la peor crisis económica que hemos padecido nunca, pero en realidad, está aprovechando el obligado letargo de las pasiones del fútbol y el rock and roll, para trasladarlas al furor que nos provoca estos días el comportamiento de algunos de nuestros políticos. Ha empezado con el low cost del hastad de “Sanchezveteya”, pero pronto lo veremos, si nadie se le adelanta, ampliando la gama de su vestuario con preciosos estampados de Ayuso haciendo de Virgen, Mariano Rajoy haciendo footing o Pablo Casado pastoreando un rebaño de ovejas o mirándose apenado en el espejo del baño.
Por si ya nos parecía un poco hortera contemplar por toda la ciudad a nuestras gentes con las más dispares camisetas haciendo los honores a nuestros futbolistas y músicos favoritos, pronto estaremos todos corriendo y paseando por los mismos lugares con las más coloristas camisetas (y mascarillas) mostrando orgullosamente nuestros odios más viscerales y todo nuestro bendito santoral político.
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