La Bolsa o la vida
Jueves, 14 de noviembre 2019, 04:00
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Jueves, 14 de noviembre 2019, 04:00
La Bolsa cae. Bankia, Sabadell y Caixabank caen mucho. Tienen miedo a Podemos”. Adjunté un enlace con la noticia que acababa de saltar en todos ... los teletipos advirtiendo del 0,87% de descenso en el parqué madrileño tras el preacuerdo de Gobierno firmado por Pedro y Pablo. En el wasá de la familia hablamos de todo.
“La lógica se impone”, apuntó mi hermano mayor, uno de los fosfonautas de la COPE. “Pues a mí me da más miedo la banca que Podemos”, escribió el pequeño de los seis hermanos en el grupo de mensajería que compartimos con cuñados, cuñadas y hasta con la madre que nos parió.
Al hilo de la noticia recordé una reflexión del papa Francisco. En julio de 2015, hablando a los jóvenes en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, les advertía sobre la cultura del descarte y denunciaba el despropósito en los medios de comunicación: “Un pobre que muere de frío y de hambre no es noticia; ¡pero si las bolsas de las principales capitales del mundo bajan dos o tres puntos se arma el gran escándalo mundial!”. Compartí la idea en mis redes sociales acompañándola con una pregunta y su respuesta, a modo de catecismo clásico: “¿Por qué damos tanta importancia a las noticias de la Bolsa? Pareciera que el miedo de los ricos tuviera que afectarnos a los pobres”. Y empezó la catarata de comentarios.
Los periodistas defendiendo la importancia y necesidad de informar sobre asuntos económicos de vital importancia. Los empresarios recordando que ellos arriesgan su patrimonio y su vida en un negocio. Los juligans de la política defendiendo los colores de sus siglas con alma, vida y corazón. Los más de la mayoría —sin contar a los que leen en silencio desde la barrera de la pantalla— apuntándose al discurso inoculado por los dueños de los medios de comunicación —que son los bancos— en el que se nos da ya pensada la teoría neoliberal de que si a los ricos les va bien, a los pobres también. Y no, mira. Yo por ahí no paso.
Es verdad que tampoco creo en las soluciones radicales ni en las falsas purezas de o blanco o negro, o conmigo o contra mí. Soy más de matices, de equilibrios, de tonalidades y diálogos. De evitar abusos y exigir responsabilidad a todas las partes implicadas. Y tengo muy claro lo que elegiría si me asaltasen ladrones, periodistas o gobernantes con el aforismo clásico que encabeza esta columna.
Como el papa Francisco, creo que otro mundo es posible (y necesario). Creo que la persona tiene que estar en el centro, no el dinero. Lo tengo claro: Que se queden la bolsa y la Bolsa, yo soy de los del otro lado de la vida. Como Brian.
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