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Este Gobierno es “una menestra de ministras”. Así calificó Jesús Ynfante el equipo que formó Pedro Sánchez a principios de junio del año pasado. He ... conocido a muchos antifranquistas, pero de entre todos ellos me quedo con este gaditano genial, que murió a las pocas semanas de haber pronunciado esa frase. Me he acordado de él al hilo del lío que hay montado con lo del traslado de los restos de Franco. Coincidimos en Bruselas a principios de los noventa. Llegó allí como corresponsal de una agencia española de noticias para ocuparse de los temas de la PAC, algo muy alejado de su trayectoria. Cuando se presentó y me dijo su nombre, yo respondí que le conocía y que había leído sus dos libros más famosos. El primero, “La prodigiosa aventura del Opus Dei: génesis y desarrollo de la Santa Mafia”. El otro se titula “El Ejército de Franco y de Juan Carlos”. Ambos fueron publicados en Francia por Ruedo Ibérico, una editora formada por un grupo de exiliados antifranquistas. Se quedó muy sorprendido ante este hecho y, acostumbrado a la clandestinidad, aunque ya hacía quince años de la muerte del dictador, tuvo unas cuantas semanas durante las que me miró con desconfianza. Sin embargo, poco a poco, la relación se transformó en una entrañable amistad.
Ynfante es una de las personas más geniales que he conocido. Brillante, un quijote y, sobre todo, un ácrata que vivía para enfrentarse al poder, fuese el que fuese. Solo él podía tener la ocurrencia de alquilar la casa que había sido del verdugo de Bruselas. Allí, supongo que con el fantasma del anterior propietario vigilando, dimos buena cuenta de muchas cervezas belgas, vinos (como buen apasionado de su tierra gaditana, jerez y manzanilla), quesos y embutidos, dispuestos sobre una mesa recubierta de un hule con los trajes regionales de las diversas zonas de España. Nuestro intercambio fue fructífero. Yo me dediqué a ilustrarle sobre la PAC y él, a cambio, me hizo conocedor de muchas de sus experiencias y conocimientos sobre hechos acaecidos durante los últimos años del franquismo y los primeros pasos de la Transición, periodos que me apasionan, vistos desde la óptica de los exiliados del franquismo que habían recalado en París y que tenían un poso más ácrata. Todavía recuerdo una sentencia genial que pronunciaba con frecuencia: “La mano que levanta la tapadera nunca ha sido la causa del humo que sale del puchero”. Ya me hubiese gustado conocer su opinión sobre todas estas maniobras de Pedro Sánchez para sacar los restos de Franco del Valle de los Caídos. Con su vena ácrata y su experiencia, supongo que de su boca hubiese salido una sentencia irónica y brillante, muy del estilo de “la menestra de ministras”.
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