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Pasó San Miguel con su veranillo y otra vez el eco unamuniano de su nacimiento (1864) y su celebrada jubilación (1934). Decía Juan Antonio García ... Iglesias que si todos los que citan a Unamuno lo leyesen seríamos de otra manera. El novelista Javier Marías acaba de escribir en su “dominical” que “las mejores vidas resultan cortas, porque siempre les quedarán cosas buenas por hacer”, que es el caso de Juan –le llamé siempre “jefe”—que era un extraordinario control de calidad de estas páginas, de las que fue subdirector. Cuántos buenos consejos ha dejado de dar y cuántas buenas opiniones e historias se han perdido con la marcha de este marino en tierra, en cuyo homenaje he releído el clásico de Melville sobre la legendaria ballena blanca, en el se dice que la verdad no tiene confines, que debiera ser una máxima permanente.

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