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Emilio Lorenzo, salmantino de Puerto Seguro, que fue miembro de la RAE y junto a Antonio Tovar uno de los artífices de que las Filologías ... Modernas adquirieran rango universitario a principio de los años cincuenta, ayudó a muchos filólogos a ascender y consolidar brillantes carreras universitarias. Durante varias décadas fue uno de los miembros fijos de todos los tribunales de cátedras tanto lingüísticas como literarias. Tenía fama de cascarrabias, pero no de injusto en sus apreciaciones, y así se lo reconocieron sus discípulos a lo largo de los años. Poco antes de su fallecimiento, la Universidad de Salamanca lo propuso como Doctor Honoris Causa. Entre las muchas anécdotas que jalonan su larga trayectoria académica, yo fui testigo de una de ellas. En el transcurso de una conversación, un colega le dijo: “Don Emilio, Fulano de Tal –miembro, por supuesto, de la tribu universitaria— anda por ahí hablando muy mal de usted”. A lo que don Emilio respondió: “Pues es raro, porque yo a ese chico nunca le hice ningún favor”.

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