Borrar

Resulta siempre tentador, a estas alturas del año, realizar un balance de lo sucedido en el ciclo que termina y proyectar la mirada hacia lo ... que nos encontraremos después, tras ese agosto que suele asomar como una especie de paréntesis. Si sucumbimos a dicha tentación, resultará inevitable constatar que desde que hace ya cinco meses un maldito virus llegado de Oriente (como tantas cosas buenas y malas) se instaló entre nosotros, nuestras vidas han sufrido una transformación radical, que muchas familias y economías han quedado destrozadas, y que muchos elementos sustanciales en nuestra experiencia cotidiana se encuentran hoy radicalmente en cuestión. La sensación general es, desde luego, que venimos de un auténtico desastre, el mayor que nuestra generación ha conocido. Pero también, por desgracia, que no podemos referirnos a ese desastre únicamente en pasado, sino que nos encontramos ante un futuro inmediato plagado, como mínimo, de riesgos e incertidumbres.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Sigues a Mariano Esteban de Vega. Gestiona tus autores en Mis intereses.

Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Incertidumbre