La sociedad en la que hoy vivimos, de Houston a Madrid pasando por la Salamanca de los jeques o Malmö, es un puro disparate y todos sus sinónimos. Los políticos, su codicia y su monumental ignorancia, han creado una bomba. Y ahí está, deshaciéndolo todo, napalm del bueno en forma de todos ellos, ellas y elles, aunque los elles en realidad son víctimas de ellos y ellas, como le ha sucedido a la tal Karla Sofía Gascón que, como dirían Los Ángeles Azules, de Alcobendas para el mundo. Y como diría Rajoy, ¡qué coñazo!

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Estamos en caída libre y salvo leves brotes de sentido común, el mundo se nos ha ido de las manos. Empezaron destrozando la Educación, como bien lo apuntaron hace décadas George Orwell y Ray Bradbury, y hemos llegado a «la» Yolanda Díaz, a la Jenni, al Rubiales, al Laporta, al Rufián, al Mazón, al Borjita Sémper, al Errejón, a la Elisa Mouliaá y, en general, a unas sociedades saturadas de analfabetos felices, «influencers» de todos los colores y actrices porno que han ocupado el lugar de Jorge Luis Borges y de quien se ponga por delante. Vota Only Fans. La «cultura» es hoy eso, comida basura y el gran debate del siglo XXI, ¿qué somos, hombres, mujeres, o la novia lesbiana y biónica de Batman? Gracias Trump por aclarar algo, pues ya se nos había ido la olla: male or female. Trump será representante del «cool fascismo», pero el hombre tiene razón: hombres y mujeres… y después, el Arca de Noé.

Y mientas debatimos qué somos, si so o arre, la calle se nos llena de sindicalistas que se manifiestan contra la oposición, ¡hay que joderse!, contra la oposición. Pero van cuatro gatos a la mani, quiero decir cuatro sindicalistas, pues el resto de liberados se quedó chupando toneladas de gambas, aunque esto es otro bulo de la ultraderecha. Los sindicalistas en realidad no comen, su limo es «La Internacional» fake: gambas y puños en alto. Así son ellos, viejos reviejos, como Óscar López, otro brillante, brillante de qué… un fracasado sociata de Castilla y León que llegó a ministro a pesar de no haber pegado un palo al agua en su vida, y después de pasar por la presidencia de Paradores, que los amigos valen para todo, ya saben, el «qué hay de lo mío, Pedro». En Salamanca somos más originales, hacen política de rotondas para hacer como que lloran a las víctimas de ETA. Hay que parar esto y pararlo ya, y la solución está en la integridad.

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