Hombres araña en Salamanca

Pero mucho antes de que existiera este personaje, llegó a Salamanca el domingo 17 de enero de 1926 un joven atleta portugués nacido en Oporto, llamado Fernando Castilho Miranda Lemos, “Fred Castilho”, dispuesto a trepar por las paredes del Ayuntamiento salmantino hasta encaramarse al pararrayos de la torre.

A las doce de la mañana, con un frío glacial, acompañado de llovizna, se presentó el joven luso de largas melenas, con mallas en las piernas y camiseta de nadador, comenzando a trepar buscando cualquier asidero en los dibujos de la piedra franca, cornisas, balcones, persianas y sentándose para descansar en los montantes, tras su llegada a pulso.

Comenzó por el arco de la puerta de la Casa del Ayuntamiento, llegando al despacho de la Alcaldía para ascender al segundo piso por la portezuela de persianas valiéndose de una maroma y para salvar la cornisa hasta las cresterías utilizó otra, que ató a la balaustrada del tejado. Subió a la espadaña por el lado norte, saludó a la numerosa concurrencia expectante en la Plaza y arrojó prospectos con anuncios. Reconoció haber tenido dificultades a consecuencia de las bajas temperaturas y lo resbaladizo de la piedra por la humedad.

Cuando llegó a Salamanca había escalado los más altos edificios de Lisboa, Oporto, Nueva York y París, habiendo escalado en Madrid la fachada del teatro Fontalba.

Otro “Hombre Araña” que pasó más tarde fue el también portugués Armonilo Massa Vaz, el domingo 3 de agosto de 1930 y ascendió a la Catedral sin cuerdas ni utensilios de escalador a las seis de la tarde, empezando en el primer piso de campanas. El tramo de mayor peligro fue la llegada a la aguja del nordeste, completamente lisa en sus comienzos y abrazar la veletilla. Pasó a la base de la media naranja por una barra de hierro y con extraordinaria agilidad trepó hasta los brazos de la cruz de hierro, para colgarse de la veleta efectuando diversos ejercicios acrobáticos y columpiándose en el vacío. Nada se dice de que luciera su habitual y característica camiseta adornada con una calavera en negro y debajo dos tibias cruzadas.

El 14 de setiembre escalan la Catedral el portugués Néstor López y el alemán Hermmam Becker desde las veletas hasta la bola, realizando variados ejercicios demostrativos de la seguridad, valentía y arrojo de que hacen gala.

En Ferias de 1959 vino a la ciudad Ramón Díaz Iglesias, apodado “El Águila de Oviedo”, que tenía el carnet de “escalatorres” y había ascendido ya a 18 catedrales e iglesias entre ellas las de Oviedo, Santiago, Burgos o León, a sus 34 años.

A la catedral salmantina subió a la una y media del día 18 de setiembre, desde el primer campanil dado lo liso de la fachada, pues normalmente ascendía a partir del suelo. Una vez que llegó a la cima dio comienzo a los ejercicios circenses que acostumbraba a ejecutar y que eran, “la bandera”, “la hoja a punto de caer” y “el saco”, que consistían: el primero, en poner el cuerpo horizontal, como una bandera, con las manos aferradas al pararrayos; el segundo, colocarse cabeza abajo en el citado pararrayos y el tercero, poner el vientre sobre la cúspide de la cruz y abrir brazos y piernas como si nadara. Todavía hacía otro ejercicio que era “la estatua” consistente en subirse a la cruz y apoyarse en ella con un solo pie. Dejó como recuerdo una bandera en la cúspide del pararrayos.

El “Águila de Oviedo” había hecho el servicio militar en Salamanca, teniendo desde entonces deseos y ganas de llegar a la veleta de la Catedral y de escalar la torre Eiffell.

Volvió a Salamanca el 24 de abril de 1964 y de nuevo escaló la torre de la Catedral a las 7 de la tarde, pero con una dificultad añadida, pues lo hizo con los ojos vendados.