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El congreso de falsos jeques ha puesto esta semana en jaque al concejal Fernando Castaño, entre otros. Un congreso que nos ha situado en ... la pista central del circo televisivo y ha traído cámaras a Salamanca, aunque todos íbamos por la calle temerosos de ser grabados o preguntados por el cómo nos la pudieron colar. Esta —¿cómo nos la pudieron colar?— es la pregunta a la que tendrá que responderse en el pleno municipal convocado. Supongo que el Códex de esta semana se llenará de atuendos de jeques y cartelería ocurrente sobre el asunto, que no se merece menos San Raimundo de Penyafort, igual que sospecho que este año el disfraz de jeque puede hacer furor en las despedidas de soltero. E incluso en el carnaval, que ya se presiente. Pero, en el fondo, el suceso no ha hecho sino confirmar la herencia genética que Lázaro de Tormes dejó, porque el “conseguidor” municipal hoy cesado, José María Fuentes, es sencillamente un pícaro que se hizo pasar por economista y sorteó los controles municipales de contratación para llegar a la caja de caudales, al arcón del queso o a la jarra de vino, como el buen Lázaro. Un artista, con cara de jeque, como Castaño, que se ha convertido en inmortal, como Vargas Llosa, porque lo suyo será recordado como parte de la picaresca salmantina, que comienza en Celestina y termina, de momento, en un fraude de congreso de falsos jeques. La obra de Fernando de Rojas cuenta cómo se orquesta un engaño para que Calixto y Melibea se emparejen y los muñidores tengan su recompensa. De aquello nos queda un jardín que era huerto y, quiero creer, que también eso de llevarse a alguien al huerto, como Fuentes y Castaño hicieron.

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lagacetadesalamanca Herederos de Lázaro