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La ausencia de la Mariseca lo dice todo o casi todo. La sucesora de la antigua campana muda de San Martín anunciaba la celebración de ... corridas, pero todos sabíamos que también todo aquello que este año no vamos a tener. Se han caído los toros y tampoco veremos todas las vacas que quisiéramos en Salamaq. No habrá “caballitos” ni “chocones” ni otras casetas feriales. Ni esas ni otras: lo de la hostelería ya es un vía crucis con el calvario al fondo tras el decreto sancionador del directorio sanitario regional, Verónica Casado y Francisco Igea. Que yo les comprendo, pero ellos también deben entendernos a los demás. Sólo la Guerra Civil dejó a la Mariseca en los almacenes de La Glorieta, así que imagine la situación. Se cae el alma a los pies cuando escuchas a hosteleros y artistas; soy solidario con ellos y con los de Santiago de la Puebla, Cordovilla, Campo de Peñaranda, La Alamedilla, La Maya, Mozárbez, Sobradillo, Yecla de Yeltes, Matilla de los Caños, Fuenterroble, e incluso con Candelario, Rinconada de la Sierra, Alberguería y Madroñal, que estarían festejando, después de Santiago Apóstol, a San Joaquín y Santa Ana, abuelos de Jesús, yayos que estarían temblando al achuchar a un nieto o recibir el beso de una nieta en estos días.

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