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No fue el esperpento esperado. Pero el presidente del Gobierno no tuvo consideración con un señor de prestigio reconocido, pero que está mayor y le ... abrumó con un soporífero monólogo de una hora y cuarenta minutos. ¡Hay que ser desconsiderado!
La primera intervención del antiguo comunista estuvo bien porque le dijo a Sánchez lo que solo un personaje de la izquierda histórica le puede decir sin despeinarse y sin que el presuntuoso inquilino de La Moncloa insulte a su adversario, le descalifique o salga con el cuento del Pedro y el Lobo: “Que viene la derecha y nos recortan los derechos sociales conquistados por la izquierda y aniquilados por Rajoy cuando nos recortó todo”.
Obviamente Pedro y el Lobo siempre se olvida que su maestro Zapatero dejó las arcas públicas como un erial o como un gran agujero negro del que no se podía tirar ni para pagar a los pensionistas.
La moción se tendría que haber resuelto en una mañana, a lo más tardar, porque los discursos y el resultado son tan previsibles como inútiles: Sánchez crecido y Abascal en su momento de gloria que hace tiempo no tenía, en un punto en el que los sondeos le marcan una tendencia decreciente. Por supuesto Feijóo se ausentó y a mi juicio hizo bien.
Tamames no estuvo mal en el fondo de su discurso, pero la imagen de un anciano entrando en el hemiciclo asistido por un ujier nos la podíamos haber ahorrado. Y tampoco hace falta ensañarse con un señor de 89 ni con nadie -es verdad que el resto de ciudadanos hace tiempo que desconectaron de las intervenciones de los políticos- y castigarlo con un discurso de hora y cuarenta minutos para contar cosas por las que no le habían preguntado, como le reprochó un hábil Tamames en la réplica.
“En una hora y cuarenta minutos Asimov explicó la historia, no solo de la República Romana, sino también del Imperio Romano”, le recriminó el candidato al presidente del Gobierno, al que no le gustó ni poco ni mucho ni nada que le recordara el fantasma de Montesquieu por no respetar la división de poderes y por intentar controlar la justicia.
Le echó en cara que esté gobernando en una coalición “Frankenstein”, como llamaba Rubalcaba al conglomerado de partidos que quieren romper España. Por eso este Gobierno se ha visto obligado a cambiar los delitos de sedición y malversación “para beneficiar a unos amigos de la casa” que están sosteniendo a Sánchez. “Eso sí que tenía que haber provocado una moción de disolución de las Cortes porque eso no se ha hecho ni en Polonia ni en Hungría”, le dijo Tamames ya sin papeles.
Otro momento glorioso del exmiembro del Partido Comunista fue cuando sacó a escena el escándalo del diputado socialista, más conocido como “tito Berni”, relacionado con un asunto de corrupción desde los despachos del Congreso, aderezado con escándalos de prostitución y drogas en los que estarían implicadas más señorías del PSOE de la Cámara Baja.
Tampoco desaprovechó la oportunidad de afirmar que tanto la Memoria Histórica de Zapatero y todavía más la “Memoria Democrática” de Sánchez lo único que persiguen es dividir a la sociedad española en dos bandos, el de los buenos y los malos, cuando en la Guerra Civil las dos facciones que protagonizaron la contienda cometieron atrocidades.
Demonizar o señalar a los empresarios, como ha ocurrido con Ferrovial o con Juan Roig, presidente de Mercadona, ha sido otro de los reproches de Tamames, que le ha asestado un duro golpe a Sánchez al recordarle una frase de Lula cuando le decían que tenía que acabar con los ricos y dijo: “No, tengo que acabar con la pobreza, los ricos no me molestan”.
A los españoles quien le molesta es usted, señor Sánchez.
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