¡Hay que joderse!
Jueves, 9 de julio 2020, 05:00
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Jueves, 9 de julio 2020, 05:00
El lunes TVE no retransmitió el funeral católico por los 28.392 muertos a causa de la COVID-19, según las cuentas del Gobierno. Ni ... en La1, ni en La2, ni en el canal 24 horas. Tampoco en Radio Nacional de España. Ni en RNE1, ni en RNE5, ni en Radio Exterior. Hubo una señal para la web y sirvieron un paquete de imágenes para los que quisieran informar sobre el acto. En la radio y la televisión de todos, en la que siguen manejando los políticos sin atender a criterios periodísticos y anteponiendo sus intereses a los de los ciudadanos. Sirviéndose de lo público, no sirviendo al público. Y me toca... de lleno.
El coronavirus me ha dejado huérfano de padre, soy católico, contribuyente y trabajador de Radiotelevisión Española. A la sorpresa inicial por el anuncio de la no cobertura le siguió un sentimiento espeso de impotencia que buscaba en la justificación de la aconfesionalidad y del funeral de Estado -previsto para el 16 de julio- una explicación a esta indefensión.
Como familiar de una víctima, como católico supuestamente protegido por la Constitución, como ciudadano con sus impuestos al día y como trabajador del único medio de comunicación con cobertura nacional propiedad de todos los españoles me sentí engañado, desprotegido, desposeído de mis derechos, ninguneado, escondido y vilipendiado por un Gobierno que sigue manejando los hilos de RTVE atendiendo a la vieja normalidad. Avergonzado.
Un Gobierno que confunde la aconfesionalidad del Estado en la que se protege la expresión pública de la fe –sea cual sea la religión profesada- con la laicidad de un país que, por Constitución, no es tal. Y sí, esto se puede cambiar, existen los mecanismos. Pero seguimos siendo un estado aconfesional de mayoría católica. Es lo que hay.
Decía que el Gobierno no ha tenido en cuenta que la mayoría católica de sus ciudadanos, esos que han perdido -según sus cuentas- a 28.392 personas con nombres y apellidos, con sus parejas, sus hermanos, sus hijos, sus nietos; esos que nadie ha visto agonizar en los hospitales sin la compañía de los suyos. 28.392 según sus cuentas. Esos que nadie ha podido velar. Los mismos 28.392 que fueron enterrados en la clandestinidad.
Son 28.392 familias rotas por la pandemia más brutal de los cien últimos años que no han podido despedir en condiciones a sus muertos hasta varios meses después. 28.392 españoles a los que no han tenido el detalle de honrar retransmitiendo una misa funeral organizada por los obispos de toda España, en la capital de España, con la presencia de los reyes de España y sin el presidente de España ni la televisión de los españoles. ¡Hay que joderse!, que decía mi padre cada vez que algo le sorprendía o no lograba entender del todo. ¡Hay que joderse!
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