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LAS repercusiones de una guerra tienen múltiples facetas y afectan a los más variados aspectos de la vida cotidiana. Toda conflagración despierta sentimientos encontrados, filias ... y fobias, sorprendentes alianzas e inesperadas simpatías. Los países que no las viven de cerca o no experimentan en sus propias carnes los efectos derivados de la violencia, los bombardeos, las ciudades destruidas –que habrá que volver a reconstruir con aportaciones solidarias— las fosas improvisadas donde se apilan los cuerpos de no importa qué bando, los desplazamientos forzosos de la población que huye temerosa y un sinfín de calamidades, acaban por acusar los efectos de esas tragedias colectivas.

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