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Los niños afrontan el nuevo curso escolar obligados a elegir entre el grupo burbuja y la pandilla, que son, ambos, grupos de convivencia estable y ... se diferencian en que el grupo burbuja tiene origen oficial, o sea, el aula determinada por apellidos, y la pandilla nace en la calle, club deportivo o por azar. En palabras de Alejandro Sanz, comienzan el curso con el corazón “partío” y en un vértigo de pérdidas y rescates como en la obra “Gruyere” estrenada anoche en Ciudad Rodrigo por Patricia Estremera y Alfonso Mendiguchía, Los Absurdos, que también recorren la provincia con la obra “A protestar a la Gran Vía”, donde tiene su sede la subdelegada del Gobierno, que apenas tiene competencias en el inicio del curso escolar, que lo son de Igea-Casado, como casi todo. Pero si alguien se está pateando la provincia este verano son los Mayalde, que se ajustan al formato de grupo burbuja y agotan funciones entretenidas y educativas porque las noches culturales de la Diputación bajan el telón; como el ciclo municipal de Patios y Plazas –con el genial guitarrista Amós Lora—, y el circuito de artes escénicas de Monleras, con los de la Lengua Teatro, una sólida y numerosa compañía que forma otro grupo burbuja con Manolo Bartolomé,Claudia Machado, Marisa Orobón, Ángel Barés, Miguel Ángel Luengo, Nayra Calvo, Julián de la Vea, Paz Lleras... actores llegados, a su vez, de otros grupos burbuja. Y baja el telón, también, la propia Feria de Teatro de Ciudad Rodrigo al tiempo que lo alza “Volatiritormes”, en Santa Marta.
Lo que venga después es una incógnita. Estas ferias no hay ni pregonero y el otoño cultural será mucho de interior, de quedarse en casa, en clausura, ahora que los conventos de vida contemplativa, habitados por grupos burbuja, se vacían con todo lo que hay que contemplar y el tiempo que tenemos para ello. Recién recuperada la democracia este diario avisaba a principios de diciembre de 1976 de que en Salamanca había ocho conventos vacíos. Aquello ha ido a peor. Siglos atrás, el concejo salmantino tuvo que poner freno a la implantación de más conventos, monasterios y otras fundaciones religiosas dentro de la muralla porque se corría el riesgo de que los vecinos laicos no tuviesen donde vivir. También por eso fuimos una “Roma la chica” tiempo atrás.
En la conventual Alba de Tormes, la que se ha quedado en clausura es la imagen de Santa Teresa de Jesús por el COVID-19, que no está el horno para fiestas ni el otoño para funciones culturales, sospecho, por más que Francisco BlancoPrieto y los Amigos de Unamuno anuncien ya su regreso y lo hagan debatiendo sobre la adhesión de don Miguel al golpe militar. Una golondrina no hace primavera, decían nuestros mayores, ni un debate un otoño cultural. Supongo que Isidoro Terol –va para seis años de su dimisión como concejal de Monleón—tendrá que subir en algún momento de ese otoño cultural hasta la capital a presentar su libro “Hambre y sociedad en Salamanca”, que mañana debuta a la sombra del castillo de su pueblo. Aquí se han pasado hambrunas y hoy se pasarían si no fuese por la solidaridad de muchos y un Estado organizado. Parece mentira que en estos tiempos... pero es así. Hemos recorrido siglos de miserias en los que era necesaria la sopa conventual, la beneficencia, la casa de caridad, los hospitales limosneros ... Había padrones oficiales con “pobres de solemnidad” (¡qué extraordinaria expresión!) como si serlo fuese un oficio. Eran un grupo burbuja. En fin, preparémonos para un otoño de convivencia lo más estable posible, con los mismos y sin contactos con lo demás.
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