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Son la 1:02 del miércoles mientras disfruto una copa de Niepoort de 10 años en la biblioteca de “Maná”, clavado en el bar de ... un Four Points. Y no sé qué pensar. No sé qué pienso, la verdad. Creo que dejo que mi paladar nade en la dulzura de un buen porto. Anoten la palabra: dulzura. No sé qué pensar ante tanta insensatez ambiental, ante tanto gilipollas como anda suelto sin medicar. Un día más (y otro, y otro, y otro más) me siento escandalizado, yo, el dios de la modernidad y el liberalismo. Hace pocos meses llamaba a normalizar a Vox como socio natural del PP, pero hoy me preocupa, y García-Gallardo, escudero a la fuerza de Mañueco, me causa risa. O pena. O rabia. O algo así. Poor Alfonso.

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