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«Canelo» fue aquel perro que esperó 12 años a su dueño a la puerta del Hospital. Una mañana de 1990 se despidieron allí, algo fue mal, y el dueño no salió. Al «perro de los gaditanos», el más fiel de los perros, le atropelló un coche justo cuando cruzaba esa calle que le llevaba cada día al Hospital, a la puerta. Iba a esperar a su dueño. Por si volvía.
Hay muchos «canelos» que te esperan, te acompañan. Que son uno más en casa y son parte de tu vida. Y si te faltan, duele y mucho, y es algo que no se puede explicar.
Esto viene porque hay manifestación de veterinarios en nada y han pedido a los propietarios de mascotas que se sumen y les apoyen, por la cuenta que les trae. Se trata de que el Gobierno, a través de Agricultura, obliga a aplicar una normativa de reducción de antibióticos. Esto implica que el veterinario tiene menos opciones de tratamiento y debe seguir un orden: si el de la lista D no es eficaz es cuando puede ir al de la C y, de ahí, al B, y luego, al A.Y si incumple, sanciones. Y si no lleva un registro, también.
Habrá animales enfermos que aguanten estos tratamientos más largos y otros, que no estén para pruebas y necesiten algo para ya, y eso no va a poder ser. Y se lio con el perro «Excalibur», cuando el ébola, y puede liarse ahora. Por lo de antes, porque es «Canelo» y hay muchos «canelos» a los que te imaginas ahí, a la puerta del Hospital, esperándote. Y si está enfermo quieres que le curen cuanto antes y si hay un antibiótico que le puede salvar, no entiendes que no se lo den. Y cada vez hay más perros y los hay ya hiperhumanizados, que eso es otra historia pero que complica lo anterior. Se evita que la eficacia del antibiótico se pierda en pocos años, pero si le toca a tu perro el sacrificio, es difícil de entender.
Los veterinarios de mascotas mantienen que el Ministerio les hace de menos. Que no les considera como a otros sanitarios. Que ha decidido en su lugar los medicamentos que deben usar. Además, les trae un exceso de burocracia. El Ministerio no se muestra dispuesto a ceder.
Y es que lo mismo que ahora se aplicará en mascotas, lleva años en ganadería. Y el Ministerio no movió ficha entonces e intenta lo mismo ahora. Los veterinarios no tenían fuerza para salir a la calle porque tratan a vacas o a cerdos, no a perros, y no podían llamar a la sociedad a protestar, o eso debieron creer. Pero ha habido ganaderos destrozados por la muerte de una vaca que a lo mejor llevaba en la explotación desde que nació, y ha habido y hay también pérdidas económicas fuertes que acaban arruinando a familias o animándoles a dedicarse a otra cosa. Y luego, que si no hay alimentos o están muy caros.
A los veterinarios de ganadería no les quedó otra que adaptarse al Presvet. No hubo compasión y sí sanciones muy duras. Y ahora eligen antibióticos que creen que funcionan, pero después de tiempo de probar que es así. Los ganaderos siguen preocupados porque se les mueren más animales que antes, y porque, a veces, cuando llega el antibiótico, ya no hay remedio. El ganadero se resignó. Ahora no es igual.
Ahora son perros. Y, además, hay un IVA veterinario del 21 % que el Gobierno inexplicablemente, sólo por afán de recaudar, se ha negado a bajar. Y está el propietario del perro, que a ver cómo paga ahora tratamientos que serán más caros, y las colonias felinas y algo tendrá que decir Sumar. Y el Gobierno sí modificará, en cambio, la normativa de bienestar de porcino, pero dicen que porque insistió Cataluña.
Y es lo de antes, lo del principio, que se lloró mucho por «Canelo» y que hay muchos «canelos». Y que a lo mejor el Gobierno no midió bien antes, ni tampoco ahora.
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