Érase una vez tres que se fueron en un coche. Viene a ser algo así como que uno de ellos lo está pasando mal, pongamos que se llama Pedro Sánchez, y los otros dos le dicen, «venga, pa´lante» que esto no se puede quedar así. Y es un «vamos, que podemos, que estamos juntos». Y le convencen y se convencen entre todos, que para eso están los colegas.

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Pa´lante los tres, y pa´lante que fueron, a lo Quijote. A reconquistar el PSOE después de haber recibido una buena patada en el trasero. Y de entre todos los que podían entrar en un coche, se eligieron entre ellos. Cada uno escoge a sus compañeros de viaje y más si es largo. Y, como para todos en la vida, acaba siendo cada elección un dime con quién andas y te diré quién eres.

Y te imaginas ahora la escena de Pedro Sánchez con Ábalos eligiendo el coche para ese recorrido por toda España, de sede en sede. Y a Koldo, que va a por las llaves del Peugeot 407. Y a la fuerza que un viaje así tiene que unir. Tampoco eliges a unos compañeros en los que no confíes para una misión que parecía imposible.

De ahí que no sea raro que Ábalos, «el jefe», conozca por lo que sea a Aldama, «el gomina». Y que Ábalos le presente a Aldalma a Koldo, que a veces era «grandullón» y otras, «chiquitín», o que esto fuera al revés. Y no es extraño que Aldalma conozca a Sánchez y también a Begoña Gómez, porque al final se mueven en esa pandilla.

Y si antes Begoña Gómez era la clave en la supervivencia de Sánchez en la Presidencia, no es raro que ahora también lo sea Aldama. Y no lo es porque él no iba en el Peugeot 407 y lo del Peugeot, si la relación sigue después de bajarse del coche, como así fue, tiene que unir mucho. Aldama llegó más tarde.

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Ahora Pedro Sánchez ha cometido el error de meterse con Ayuso, que siempre tira pa´lante. Y que, además, causa que emprende contra el presidente, causa que gana. Tampoco él está acostumbrado a que le hablen en su mismo lenguaje desde la oposición. Y ella le habla. Y no se corta, y a lo de la A a la Z le responde con la B, de Begoña. Le tiene tomada la medida y lo saben. Y él está a todas para jubilar a la presidenta de Madrid. Entonces vio el horizonte abierto con la pareja de Ayuso y ahí está lo del Fiscal General.

Tuvo además la mala suerte de que la Justicia ha sido más rápida de lo esperado y la investigación del «caso Koldo», del «caso Delcy», del «caso Ábalos» le ha sorprendido sin el control de los medios informativos y de los jueces, que era el detallito que le quedaba y en los que ya centró su carta a la ciudadanía.

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Ahora está el Fiscal General del Estado imputado -o a punto de recibir la carta de «mira, estás imputado»-. Y el Fiscal no dimite y tampoco puede sorprender tanto porque de poder elegir, preferirá por lógica que le interrogue alguien que trabaja para él, no un extraño. Y no hace falta que cuenten de quién depende la Fiscalía porque ya lo dijo Pedro Sánchez: «Pues eso». Y cuando le vienen mal dadas, para el Gobierno de las versiones todo son desinformaciones y bulos. Y si los jueces no les dan la razón, es que son conservadores. Y no pasa nada porque el Gobierno arremeta contra el tribunal que tumbó una querella de Sánchez contra Peinado.

Y luego sigue con su táctica favorita de atacar cuando se ve acorralado. Si es posible, a Ayuso, que es la gran culpable de que nuestro presidente tenga cada día peor cara, como Bolaños. Ella se ve que no siente vértigo porque ya retiró en su día a Pablo Iglesias.

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Y pa´lante iban Ábalos, Koldo y Sánchez en ese Peugeot 407. Ahora seguro que lo de ir pa´lante no les suena igual que entonces.

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