Los Reyes Magos ya están por aquí, pero este año muy mareados. Iban a ir a Sevilla el domingo pero les llamaron. «Que mejor vengáis un día antes, que dice la Aemet que llueve». «¿Cuánto?» «Pues no lo sé, como dos 'picos de lluvia', a las cuatro y a las ocho de la tarde». Y hacia allá que van con sus camellos o lo que sea.

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Y venga los Reyes a cambiar agenda. «¿Sábado o domingo?» Y a encajar viajes, y a separar regalos. Y venga consultas a la Aemet, porque después de lo de la Dana es el libro de cabecera, aunque a veces te ponga un rayo naranja con nubes negras y allá te apañes en la interpretación.

Y seguro que han agradecido los Reyes Magos la poca guerra que les ha dado Salamanca, que se mantiene firme en el 5. Si llueve, se acorta el recorrido. Si llueve mucho, a casa. Y con el viento, que hay alerta amarilla, a saber. Pero en 2024 ya hubo varios días de rachas de 70 kilómetros/hora, de esas de cerrar parques y parece que se lo sabe.

Y confirmados destinos y después de rehacer itinerarios, los Reyes Magos se encuentran con un problema en aquellas localidades donde les han adelantado el recibimiento. «¿Damos el regalo esa noche o esperamos a la siguiente?» Y parece que dependerá de los niños. Y si se perseguía en ocasiones evitar riesgos y la frustración de los pequeños, ahora el problema viene si el amiguito invita al niño a jugar con la consola que le trajeron los Reyes Magos la noche anterior. Y viene si por su casa no han estado aún Melchor, Gaspar y Baltasar. Y son vecinos. Y el niño, que te echa en cara no haber puesto los zapatos.

Lo más peligroso es lo de abrir con este cambio el melón de saltarse la tradición. Y si el Jueves Santo va a llover, pues entonces, pobres cofrades, que llevan ensayando durante todo el año y no se van a quedar con esa cosita. Que si se cambió la Cabalgata, no pasa nada por hacer lo mismo con las procesiones.

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Y al final, cuando da igual el sábado o el domingo, se corre el gran riesgo de que la tradición deja de serlo. Y si es algo mágico, más. Y no es lo mismo ir de Cabalgata el domingo, que hacerlo el sábado. La emoción de volver a casa después de ver a los Reyes y poner el refresquito y el agua para los camellos, no es igual que hacer lo mismo con la pausa obligada de 24 horas.

Lo de celebrarlo en su momento tiene la pega de que se pueda suspender. Pero si llueve antes de que se celebre la Cabalgata, los niños saben que los Reyes han llegado, aunque no puedan verlos. Y saben también que irán luego a sus casas, y que el vaso de leche tendrá que estar calentito, por el frío y la lluvia, y que sería bueno dejarles hasta unas mantas. Para ellos, y para los camellos.

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Y el año es difícil para los Reyes Magos. Primero, lo de los líos de agenda, que parece solucionado. Y antes, las dificultades para buscar juguetes, porque este año no ha habido apenas anuncios con esto de que los niños tienen que jugar con muñecas y las niñas, con coches. Ahora, la lluvia, con las complicaciones que supone para Baltasar. Todo desde que la anterior directora general para la Igualdad de Trato y Diversidad Étnico Racial dijo que era racismo que un señor blanco se pintara la cara de negro. Al revés, diversidad.

Y no se sabe qué ocurriría si la cabalgata fuera de tallas grandes. Se entiende que nada y ojalá. Pero está Lalachus, que pidió respeto a los cuerpos, no sé si antes o después de lo de la estampita. Y luego, el Gobierno, que aplaude a Lalachus pero a la vez pone a fruta y verdura a los niños y les prohíbe bebidas azucaradas, para evitar el sobrepeso.

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Vamos, que de esta los Reyes se vuelven marcianos. O deciden ir a la apertura de los actos de Franco para ver si así les devuelven su día, que ya todo puede ser.

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