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Blancanieves tenía la tez blanca como la nieve o eso leíamos. Ya no. Y va espóiler. En la película que acaba de estrenar Disney, la actriz no tiene tez blanca, por no ir de racista, y debe su nombre a que nació bajo una tormenta de nieve. Los enanitos no son de verdad, dicen que por no ofender, y Mudito no es Mudito, por lo de la superación. A todo esto, a Blancanieves no la salva un príncipe porque ella con lo que sueña es con el éxito, como empoderada de manual. Es lo que tiene el relato. Que encima llaman a la peli Blancanieves y cuela.
Con Caperucita se va por delante en esto del lobo. Cuando tenga versión woke, a lo mejor será amigo de todos los animalitos del bosque. Y reñirá a Caperucita por llevar alimentos procesados. Y no se comerá a la abuelita porque él será «vegeta».
Teresa Ribera, anterior ministra para la Transición Ecológica tenía muy claro que había que trabajar en la «imagen positiva del lobo». El lobo es bueno y hay que repetirlo para que no haya dudas. Y si es preciso cambiar cuentos, pues venga. Todo, para que el lobo no se vea como lo ven esos ganaderos. Esos que insisten en que el año pasado mató en Salamanca 580 ovejas, que son unas cuantas.
Y si pasó, que se pueda decir que fue culpa de las ovejas, por estar. O del ganadero, por no estar. O de los perros. Y si dice un ganadero que no duerme pensando en si al día siguiente se encontrará a más ovejas muertas, pues silbamos. Como si la oveja estuviera para que se la comiera el lobo, que pobre oveja. Y a todo esto, la Junta denuncia que el Ministerio, que prohibió la caza, no cumple su parte del pago de daños.
El lobo. Ese animal fascinante que dicen que ya se podrá cazar al norte del Duero. A lo mejor, sí, pero la realidad es que hoy no se puede.
Y a lo mejor no es tan fácil, aunque el paso haya sido grande. Cuando las comunidades loberas (que también está Asturias, territorio PSOE) dijeron que cada vez hay más lobos, el Gobierno contestó que de eso nada. Cuando se frotaban las manos con censos que les daban la razón, el Gobierno le contó a Bruselas que era al contrario, que la situación del lobo era desfavorable. Ahora hay que esperar hasta junio o julio, dicen, para demostrar que no es así. Y luego ya vendría lo de volver a la situación anterior a septiembre de 2021. Lo de que todo el territorio sea cazable va a más largo plazo.
Y, sí, fue una artimaña del PP lo de colar lo del lobo en la Ley de Desperdicio Alimentario. Pero fue mayor la del Gobierno de prohibir su caza, sin datos actualizados de población y con los votos decisivos de comunidades que lo ven por la tele. Y ahora el lobo está siendo un quebradero de cabeza y el Gobierno, en lugar de llamar a las comunidades, se niega hasta a seguir la línea de Europa, que es proteger al lobo pero no tanto, porque hay que tener ganaderos.
Todo sigue igual. Por ahora. Si un lobo mata ganado al sur, pongamos en Salamanca, sigue sin poderse tocar. Pobre lobo, dicen. O en Ávila, dónde sólo en 2024 mató 1.525 reses. Y es porque Vox, ya sabrá sus razones, se abstuvo de votar a favor de la enmienda que derogaba la orden que impedía controles. Y claro que no ha gustado. Y menos aún que el PSOEvotara en contra. Que no se entiende siendo diputados de Salamanca. Como si pensaran Serrada y compañía que esto del lobo es un cuento y se burlaran del ganadero, que no será así pero lo parece. Y luego no se creen que sean más y haya más ataques: lo inexplicable sería lo contrario, cuando no se mata un ejemplar desde hace tres años.
En los cines está la Blancanieves que no es Blancanieves, y en España gobierna Caperucita woke. No va a ser fácil que se cace al lobo. Ya ha dicho el Gobierno que se pondrá a ello. A impedirlo. No será fácil, no.
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