Ayuso le llamó machista allá por 2019. En su intervención, Errejón se comportó como uno de manual: eso de hablar despacito para que me entienda. Mónica García, que había escuchado lo mismo, se reía. Ahora se ve que lo preocupante era lo de Mónica García. Esa normalización.

Publicidad

En este país de Gobierno progresista durante los últimos años, con el PSOE y Podemos, y PSOE y Sumar, se ve con el caso Errejón que el gran logro de la izquierda progresista es haber normalizado que la derecha es machista y la ultraderecha, ni te cuento.

Lo de Errejón, con presunción de inocencia por muy mal que pinte hasta lo que determine un juez, lo que ha hecho ha sido pinchar el globo del feminismo progresista guay. Era el de verdad hasta ahora, hasta lo de Errejón. O eso nos decían. Errejón era «nosotras» y la España con la que él soñaba era la del 8-M. Ahora vemos que a lo mejor sería porque había muchas mujeres en las calles, pero hasta esta semana nos decía que él era una más.

Resulta que ahora sabemos que en una zona de protección de la mujer, como nos habían dicho que era la izquierda progresista, sólo se atreven a denunciar a un hombre por violencia sexual desde el anonimato. Nada de dar nombres y apellidos. Y también sabemos que la mujer es tan libre y se siente tan protegida, que necesita el parapeto de una periodista que dé la cara. Ayer sí salió el primer nombre, pero ayer. Y la primera denuncia en los juzgados, pero ayer. Tanto decirnos que gracias al progresismo la mujer está segura y resulta que se denuncia con careta.

Ahora nos dicen que lo de Errejón era un secreto a voces. Que se sabía. Y ese feminismo progresista que lo sabía, lo dice pero no lo ha denunciado y no parece reparar en que era su obligación. Mientras, pregonaba el «yo sí te creo». Y en un partido feminista como presume ser Sumar y con ese secreto que al parecer se sabía a voces, Errejón era el portavoz, no un diputado tapado por una columna, como estuvo su exnovia.

Publicidad

Y resulta que con lo de Errejón esas mujeres lanzaron las denuncias por redes. No tuvieron la valentía de acudir a Sumar, el partido feminista progresista para decirle, oye, que me pasa esto. O sí. Pero en ese partido progresista feminista se ve que, si pasó, se dejó para otro rato. Resulta que ahora con el caso Errejón vemos que a lo mejor somos una pero sólo durante el 8-M. Después otras tienen sueldo el resto del año.

Y lo de Errejón, que sea lo que sea lo suyo y que tiene muy mala pinta ya lo dirá un juez, es reconocer la culpa pero decir que la culpa es de lo otro. Es del patriarcado. De la biología. De ser hombre. Y este es el otro gran logro de la izquierda progresista de las Irene Montero, Ione Belarra y Yolanda Díaz. El de convencernos de que el hombre es violador por naturaleza y ahora Errejón viene a decir que, claro, cómo va a ser culpa suya lo que sea.

Publicidad

Y el otro logro es la ley del «Solo sí es sí», de la que se beneficiaría Errejón en el caso de ser culpable con la reducción de pena y que convierte en presunto culpable a un hombre con sólo una denuncia anónima. Y la periodista Cristina Fallarás ya ha adelantado que tiene denuncias a otros líderes políticos. Y si son anónimas y sin necesidad de ir al juzgado, seguro que tendrá de aquí a mañana más. Y con lo de Errejón están vacías las calles y cuando lo de Rubiales el mismo feminismo progresista las tenía llenas.

Y ahora vemos que después de tanto partido progresista feminista en el poder, tiene que existir una periodista que sea ese «lugar seguro para todas nosotras», incluso para Irene Montero, que lo ha dicho. Que nos tiene que defender. Que esto es una pena. Que nos han engañado.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad