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1992 no solo se recordará por haberse celebrado el V Centenario de acontecimientos históricos de enorme envergadura en relevantes aspectos del saber y la historia; también, por el surgimiento de iniciativas asociadas a la efeméride que pusieron a nuestro país en el foco de la escena internacional en la cultura, el deporte y la geopolítica y dejaron infraestructuras modernizadoras en comunicaciones y urbanismo. Fue el año de España.
Entre todo ello, brilló con luz propia el alumbramiento del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que nació entonces como fruto de la colaboración entre Patrimonio Nacional y la Universidad de Salamanca y se convirtió por méritos propios en el galardón más prestigioso de poesía española y portuguesa, para reconocer el valor literario del conjunto de la obra de un autor vivo como aportación al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España.
El elenco de poetas que han merecido alzarse con él solo ha contribuido a consolidarlo y engrandecerlo; no en vano, muchos han recibido además esa suerte de Nobel de las Letras Hispánicas, el Premio Cervantes, como Juan Gelman, Francisco Brines, Antonio Gamoneda, Joan Margarit o José Manuel Caballero Bonald, por citar apenas algunos.
Treinta y dos años después de ese momento inaugural, este otoño Su Majestad la Reina Sofía entregará el XXXII Premio de Poesía de su nombre a la poeta nacida en Nicaragua, Gioconda Belli. Por tercera vez en la historia de este lauro, el solemne acto abandonará su contexto habitual del Palacio Real de Madrid para trasladarse al Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Las dos ocasiones anteriores fueron, respectivamente, la edición número XXVII del Premio, que recayó en el poeta venezolano Rafael Cadenas, con motivo de la conmemoración del VIII Centenario de la fundación del Estudio en 2018, y para resaltar la culminación de tres décadas de trayectoria en la edición número XXX en 2021, cuando se loaba a la poeta portuguesa Ana Luísa Amaral.
De nuevo, en 2023, el Paraninfo de las Escuelas Mayores tendrá el honor de acoger la ceremonia. No solo es un refrendo expreso de la Reina Emérita; además, supone una inestimable oportunidad de mayor visibilización del Estudio a nivel internacional, y una ocasión para la ciudad de Salamanca de realzar su aparición en los medios de comunicación nacionales e internacionales, asociada a dos de sus grandes activos: su ocho veces centenaria tradición académica y su ingente y valioso patrimonio.
Un evento para lucir la ciudad charra, como aquel lejano 1992 que puso a España en el mapa.
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