No hay mayor exilio para un ser humano, vivo o muerto, que ser olvidado, que no despertar memorias llenas de cariño o ensoñaciones del alma. Ni mayor destierro para un creador que no acercarse a su obra, o para un pensador o un científico que cerrar los ojos a su legado.
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La Universidad de Salamanca felicitaba este año la Navidad y el Año Nuevo con una imagen de su exrector Miguel de Unamuno, un célebre y entrañable poema de su Cancionero y la impactante leyenda «2024: centenario del exilio de Miguel de Unamuno».
Desde que ganó la cátedra de griego en 1891, Unamuno fue rector del Estudio en tres ocasiones y destituido otras tres por expresar sus opiniones. El próximo 20 de febrero se cumplen cien años del comienzo del largo exilio de Unamuno, tras publicar escritos contrarios al rey y al directorio militar del momento. Cesado como vicerrector y decano de la Facultad de Filosofía y Letras, suspendido de empleo y sueldo, era enviado a la isla canaria de Fuerteventura. Meses más tarde, decidía no acogerse al real decreto de amnistía y llegaba el 28 de julio a París. En agosto de 1925 se trasladaba a Hendaya hasta volver a España en 1930 al caer el directorio, seis años después de su obligada partida.
El pasado 23 de noviembre, el Consejo de Gobierno de la Universidad de Salamanca daba el primer paso para conceder el doctorado 'honoris causa' a Miguel de Unamuno, materializando la propuesta presentada por su nieto Pablo de Unamuno. El 19 de diciembre, el Claustro de Doctores aprobaba el otorgamiento del máximo honor académico, en desagravio por su injusto castigo y en reconocimiento a su cesión a la universidad de su biblioteca y enseres. El acto institucional está previsto para los primeros meses de 2024, en torno a la fecha del centenario de su destierro.
Doctor por la Universidad Central de Madrid con 20 años, Unamuno recibió dos doctorados 'honoris causa', en las Universidades de Oxford y Grenoble. Este será su tercero, y también el tercer 'honoris causa' que la USAL entrega a título póstumo, tras Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. Precisamente el 4 de marzo de 1922 fue Unamuno quien presidió el Claustro de la Universidad de Salamanca que lo asignó a Santa Teresa, la primera mujer en la centenaria trayectoria del Estudio.
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Nadie puede cambiar la Historia. Los hechos, hechos son. A nadie le es dado ahora poder liberar a Unamuno del exilio que sufrió, ni aliviarle su dolor de entonces. Pero lo que sí tenemos en la mano es conocer y difundir su pensamiento y su obra. El mejor homenaje, la mejor acogida en casa.
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