Secciones
Destacamos
No hay quinto malo. El Consistorio salmantino y el Cabildo catedralicio han rubricado su colaboración para comenzar próximamente obras conducentes a la quinta ampliación de la exposición Ieronimus, una singular iniciativa para recorrer el interior de las torres del primer templo que, tras su inauguración en marzo de 2002, no ha dejado de concitar visitantes y fascinar por las maravillosas vistas que revela a los ojos de quienes allí se allegan.
Su mera denominación, Ieronimus, vincula la trayectoria de la Catedral de Salamanca con Francia. La debe a su obispo Jerónimo de Perigueux, de origen galo como indica la localidad que evoca su apelativo: el capellán del Cid Campeador que llegó a la ciudad a principios del siglo XII, tras su repoblación por su compatriota Raimundo de Borgoña, yerno del rey Alfonso VI, siendo el promotor de la construcción de la casi milenaria Catedral Vieja. 700 años después, el general Paul Thiébault, gobernador de Salamanca durante la ocupación napoleónica, mandaría demoler las casas del Cabildo para dejar un espacio diáfano en la plaza de Anaya, acrecentando la visión monumental de la catedral.
Esta quinta ampliación de Ieronimus, una década después de la última, se prevé termine a finales de este año o principios del siguiente, con el acondicionamiento de la bajocubierta de la Catedral Nueva, a la que se podrá acceder desde su terraza superior, permitiendo una experiencia única de disfrute del patrimonio desde ópticas hasta ahora desconocidas.
Continuando la vinculación francesa, el término de los trabajos coincidirá en el tiempo con el momento de la reapertura de dos emblemáticas catedrales galas, Notre Dame de París y San Pedro y San Pablo de Nantes, ambas gravemente afectadas por sendos incendios sufridos en 2019 y 2020, y que han requerido una rehabilitación de años para devolverlas a su estado original.
¡Cuánto atractivo destilan las catedrales! Algunos de los superventas literarios de los últimos tiempos han versado sobre su construcción, epopeyas de grandes obras colectivas de generaciones a lo largo de los siglos, como La catedral del mar o Los pilares de la tierra.
Si tradicionalmente las ciudades rivalizaron entre sí por contar con catedrales elevadas hasta el mismo cielo, morada de la divinidad, y los viandantes debían conformarse con alzar la mirada hacia la catedral desde la ciudad, ahora es posible cambiar a la perspectiva opuesta, la de las aves que moran en lo alto de las torres, que solo unos pocos campaneros pudieron atesorar en su vida cotidiana. Un lujo para todos los sentidos.
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.