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Este es un año excepcional para aquellos a quienes nos gusta el Belén: quienes crecimos colaborando con miembros de nuestra familia en montarlo cada año en casa, con todo entusiasmo, en fechas alrededor de la Inmaculada; quienes participábamos en nacimientos vivientes del colegio o la parroquia; o quienes desde que nos alcanza la memoria hemos recorrido fielmente año tras año, con la misma ilusión que si fuera el primero, la ruta de belenes en nuestro municipio o aledaños.
Una tradición arraigada a la misma esencia de la Navidad, transmitida de padres a hijos. Tanto es así que, recientemente, el Real Decreto 481/2022 declaraba el Belenismo como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de España, reconociendo una muestra de religiosidad popular impulsada en nuestro país desde el siglo XVIII por el rey Carlos III, que no en vano antes de ser monarca español lo había sido napolitano, como los más paradigmáticos belenes del mundo.
Este año se conmemora el 800 aniversario de la primera constancia histórica de la instalación de un Nacimiento, cuando tres años antes de su muerte, en la Nochebuena de 1223, San Francisco de Asís realizara el primer Belén viviente en una gruta de la provincia italiana de Rieti, hecho conocido hasta hoy como «Navidad de Greccio». Il Poverello debió pedir autorización al Pontífice, porque además de disponer el pesebre, celebró misa ante él.
Para poner en valor tal efeméride, el papa Francisco ha concedido a los fieles lucrar la indulgencia plenaria entre el 8 de diciembre de 2023 y el 2 de febrero de 2024, «visitando las iglesias que las Familias Franciscanas tienen en todo el mundo y deteniéndose en oración ante los pesebres allí montados».
En Salamanca podemos hacerlo y además disfrutar de obras de arte preparadas con el mayor celo, verbigracia, visitando el convento de las hermanas pobres de Santa Clara y San Francisco en Cantalapiedra, que cuenta con una recreación a tamaño real de San Francisco de Asís junto al portal de Belén. O la iglesia del Monasterio de la Purísima Concepción, donde las hermanas Franciscas Descalzas han emplazado un bello Nacimiento.
Un deseo que albergo para este Año Nuevo es que la consideración del Belenismo como Patrimonio Cultural Inmaterial de España sea el primer paso para que se logre la aspiración de ingresar en la lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO. Por merecimientos propios, estaría plenamente justificado.
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