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EL BESTIARIO

De 'viage' con Ponz

Habla de la 'opulentísima' agricultura salmantina antes de elogiar a los labradores

Miércoles, 21 de junio 2023, 05:00

El Centro de Estudios Salmantinos presentó ayer un espléndido libro sobre el «Viage de España», de Antonio Ponz, impreso allá por 1788. El «Viage» lo forma un número considerable de tomos y el décimo está dedicado a Salamanca, precisamente esa parte salmantina se reproduce en este libro. Ponz, viajero, tipo culto, con sus manías personales relacionadas con el arte, los extranjeros y la cultura, tiene calle en Salamanca, allá por Huerta Otea; vecina, creo, de la de Enrique de Sena.

En las primeras líneas del «Viage» ya le sacude al «Vago Italiano», como llama al Padre Coimo, que había sido muy crítico con lo español y nuestra ciudad no fue ajena. La tacha de inmunda, aunque la considera una de las más bellas plazas de España, y allá que se lanza Ponz y su españolismo dándole al italiano hasta en el cielo de la boca.

Defiende con peros a Salamanca y se lamenta, ay, de la crisis agraria, cuando el labrador es quien alimenta a los ciudadanos, a los magistrados, a los que administran las rentas públicas, a los eclesiásticos… que es algo que en nuestros días igual hay que recordar. Y recuerda Ponz en una ciudad con Arte y Artes, que la Agricultura es la primera de ellas. Es un libro que recorre la monumentalidad salmantina de aquel siglo XVIII, que es señalada en alguna página, y que una emociona al viajero y otra despierta su vena más crítica. Manías.

Aquel «Viage» tiene su análisis en el libro presentado ayer y hecho por María Sáez y Eduardo Azofra, lectura obligada para este verano recién nacido, que enfila ya su noche más corta y luminosa gracias a las hogueras de San Juan. ¡Viva el Zurguén!

La llegada de un nuevo verano coincide con el Día Europeo de la Música, que debiésemos celebrar como es debido. Aquí tiene Ángel Fernández Silva, nuevo concejal de Cultura y Turismo, un deber para el año que viene, salvo que le pase la papeleta a su compañera de Festejos, María del Carmen Seguín. No le descubro nada al alcalde si le digo que el reparto ha hecho que algunos levantemos las cejas al conocer a quién le ha caído tal o cual competencia. Esto ya lo sabe. Y lo esperaba.

Coincido con Ricardo Robledo, grande de la Historia de la Economía, recién premiado con el Vicens Vives al mejor libro de historia económica publicado el año pasado. El premio viene de la Asociación Española de Historia Económica y el libro, «La tierra es vuestra» se ocupa de la reforma agraria, siempre tan complicada en la España del siglo pasado, y por lo que contaba en el siglo XVIII Antonio Ponz, también en aquellos tiempos.

El premio Vicens Vives se une al de la Asociación de Historia Contemporánea al blog divulgativo «Conversaciones sobre la Historia», que cumple cinco años y contabiliza cuatro millones de visitas, lo que demuestra que la Historia interesa y mucho. Y si tiene su «morbo» mucho más. Ayer Miguel Ángel del Arco, estudioso de la bohemia, resucitó a Inés Luna con la presentación de su nuevo libro en el Casino de Salamanca, «Las dos muertes de Inés Luna», que continúa vivita y coleando a la vista del interés que suscita de vez en cuando, eclipsando la figura de su padre, Carlos Luna, artífice de la luz eléctrica en Salamanca, del que nadie se acuerda y al que nada recuerda en esta ciudad. Aquí tiene el nuevo concejal de Cultura… La cita de hoy también tiene que ver con los libros. Nuestra Isabel Bernardo trajina esta tarde en el Palacio de Congresos sobre la mesa salmantina del Siglo de Oro, asunto que ha compartido en un libro de obligada lectura.

Aquella comida de aquel siglo, de oro para los ricos y de hambrunas para los pobres, venía de aquí al lado: pesca del Tormes, vino de los pagos cercanos, panes del mar cerealístico de Peñaranda, verduras y hortalizas de la vega capitalina, carnes de los encinares…

Ponz, en algún momento habla de la «opulentísima» agricultura salmantina antes de elogiar a los labradores: «¡Oh, qué hombres tan respetables son a los ojos de la razón los labradores y artesanos!» gentes que contaban, decía Ponz, «con las célebres campiñas de Salamanca por la bondad del terreno y su fecundidad».

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