Vermú y voto

Terminó la campaña electoral entre llamamientos a la participación contra viento, marea y cualquier otra inclemencia del tiempo. De hecho, los cierres de campaña se hicieron principalmente bajo techo por si acaso la lluvia aguaba la fiesta. En fin, tanto desear que lloviera y cuando lo hace nos escondemos. Hoy toca mojarse con el voto como lo hice esta semana con la lluvia saliendo de la cita gastronómica de Alumni, en dependencias hoteleras del «San Esteban», maravilloso invento de Juan Mari López, que reunió a gente muy golosa y curiosa de Salamanca. Los llamados a explicarnos los secretos de la despensa salmantina aportaron conocimiento, talento y sentido del humor. Hablo del chacinero Bernardo Hernández, de la quesera Sara Fregeneda, del bodeguero Pedro Martín y del panadero Alfonso Díez, que prolongaron su lección a la parte práctica, o sea, a la cata posterior. El chaparrón hizo que picoteásemos por encima de nuestras posibilidades si uno ha iniciado ya la operación bikini, que parece poco oportuno con este tiempo, y que prolongásemos la estancia en la cata como si no hubiese un mañana. Este tipo de citas son muy necesarias en estos tiempos de tensiones y nos hacen olvidar las restricciones pandémicas. Enhorabuena al equipo del hotel y al de Alumni por el acto, y me doy apuntado para el siguiente encuentro.

La cena de gala (y lo fue) para entregar los premios de la patronal Ceoe-Cepyme de Salamanca en el Regio nos trajo a algunos muchos recuerdos de tiempos prepandémicos y nostalgia de más celebraciones de este tipo. La cita reunió a la crema empresarial salmantina y a la cabeza de ella los galardonados. Isidoro Alanís me habló de la pujanza del turismo, en especial del asiático, pasada la pandemia; las gentes de Daremapp, Luis Vaquero o Ricardo Hernández, intentaron explicarme cómo están empleando ya en su aplicación Inteligencia Artificial; José Elena Vacas, muy emocionado, me contaba el tirón que tienen los recreativos vintage y que sigue haciendo cuentas a mano a sus noventa y tres años, más o menos como Francisco Acera, que presume de tercera generación empresarial, y Enrique Cabero me avanzó que andan cerrando el informe anual del Consejo Económico y Social, que viene a ser un buen retrato del momento económico de la Comunidad. Fue una cita emocionante, reivindicativa y sobre todo de encuentro, así que enhorabuena a Diego García, presidente de la patronal, y a su gente. Entre los conocidos, Benjamín Crespo, presidente cameral; César Pontvianne, de Iberaval; Juanma Corchado, experto y científico tecnológico, lo que incluye Inteligencia Artificial; Manuel Estévez, de Empresa Familiar; Elena Borrego, presidenta de mujeres empresarias, que ocuparon dos mesas, Javier Gómez Benito de la Usal, Casimiro Martín, vicepresidente de Caja Rural; Pedro Campal; Adriana Casillas y Sabas de Diego, de Tebrio; Azucena Hernández de Accvisa, Marta Sánchez, de Tranpolsa… Y así hasta casi cuatrocientas personas que tuvieron de anfitrión a Marcelino Martín y su gente, que terminaron muy, muy tarde lo que revela las ganas de reunión social que había más allá de las normalizadas bodas, bautizos y comuniones, o graduaciones de estos días.

Y aquí estamos, en la fiesta de la democracia, con el voto preparado para acudir a la urna no sé si con las ideas claras, pero ir hay que ir a votar, como se va a una romería, con fe. Luego ya, si eso, viene el vermú y las garrapiñadas. Qué sería de nuestras romerías sin ellas, las avellanas o el hornazo, a lo que habrá que sumar el picadillo de Tejares y su chanfaina, que ya está ahí la Virgen de la Salud, como está junio con su Salamanca Siglo de Oro, las fiestas de San Juan de Sahagún, el Fácyl y las vacaciones escolares. O sea, que la vida sigue, que es de lo que se trata. Y como suelo decir en ocasiones así —y llevo unas cuantas— verá como el resultado de las elecciones de hoy será una sorpresa. Reconozco que la predicción es fácil, facilona, incluso. Pero me gusta tanto como el vermú con voto. Eso sí, primero el voto.