Medio Ambiente
En las piedras de La Salud se entretuvieron los paleolíticos en hacer siluetas con incisiones ·
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En las piedras de La Salud se entretuvieron los paleolíticos en hacer siluetas con incisiones ·
El lunes fue el Día del Medio Ambiente, cada día menos «medio» y más «cuarto» ambiente, pero supongo que esta cuestión se discutirá en la inminente campaña electoral. Aquí cerca, el Medio Ambiente es el Tormes y los parques y jardines salmantinos.
El río, escribió un cronista en estas páginas allá por 1961, es el eje de una «Salamanca armónica», que tuviese en una ribera el mismo volumen que la otra. Una bisagra. Cuando se puso en marcha ese desarrollo resultó que el río era una frontera que partía la ciudad en dos, algo que solucionaron los puentes, especialmente los impulsados por Julián Lanzarote.
Aquel año de 1961, ojo, se comenzaban los primeros movimientos para el Puente del Sánchez Fabrés, que vino en socorro del Puente Romano y el Enrique Estevan. Y en cuanto a verde, además de la chopera de la Aldehuela, la Alamedilla y el Campo de San Francisco había poco más, aunque también es cierto que había menos coches y casas, y más solares.
Hoy la realidad es otra: hay más puentes, el río es el estanque de un extenso espacio verde y al parque de parques se ha incorporado el de los Jesuitas, por ejemplo. Y no andamos mal de arbolado, aunque haya quien siempre reclame más.
El Tormes capitalino se nos marcha entre los restos del desaparecido Puente de La Salud, escenario de espantosos sucesos, a cuya vera se extiende lo que ya se llama Parque Arqueológico de La Salud. Ayer el Boletín Regional (BOCYL) anunciaba que se incoaba expediente para su protección como zona arqueológica. Muy antigua, sí, del Paleolítico, pero descubierta antes de ayer por Alfonso Hernández Morán y Marta Pantrigo Parés, concretamente en mayo de 2013.
Es aquellos días ya se hablaba de la tuberculosis bovina, que tiene al campo a punto de incendio. Con acercar una cerilla basta como hemos visto.
En las piedras de La Salud se entretuvieron nuestros vecinos paleolíticos en hacer siluetas de animales con incisiones, quizá por aburrimiento o por superstición. Todo es posible. El caso es que fue –lo conté hace poco– espacio sagrado y aún hoy muy cerca hay gran devoción a la Virgen de la Salud, devoción que quizás oculte otra, digamos, menos cristiana. Hasta ahí el Tormes ha regado La Aldehuela, el Paseo Fluvial, la Vega, el Barrio de Santiago, la ladera de San Vicente y Huerta Otea, y por el otro lado Tejares, Chamberí, el Arrabal, el Teso de la Feria, San José, La Serna y la Isla del Soto, que es santamartina.
Y en un momento determinado ha servido de espejo a eso que el sabio Conrad Kent llamó el perfil de Salamanca y Unamuno el alto soto de torres. A Kent se le homenajeó ayer en casa de mi tocayo, La Aldaba, uno de sus rincones favoritos. Su recuerdo ya ha quedado vinculado a la casa. Bien.
Pues el profesor Conrad Kent nos explicó que ese perfil reflejado en las aguas tormesinas, visible desde los bancos del embarcadero como en ningún otro lugar, fue postal turística con cambios destacados de un año para otro, chimeneas y casas incluidas.
Están documentados en los archivos, que pronto celebrarán su día. Incluido el primero de todos, el catedralicio.
De parques, el más antiguo es el del Campo de San Francisco, de 1828, con diseño de Blas Vega, he leído, y le saca algo más de medio siglo al de La Alamedilla. Puestos a redondear, el Parque de los Jesuitas comienza a existir en las vísperas de la década de los ochenta, gracias a Jesús Málaga.
Hoy los parques de moda son el largo paseo fluvial, cuyos promotores fueron Pablo Beltrán de Heredia y Alfonso Fernández Mañueco, y el que discurre por el Arrabal y la Huerta Otea, cuyo impulsor es el actual alcalde, Carlos García Carbayo, cuya gestión medioambiental salta a la vista y deja muy complicado al que le suceda ampliar las zonas verdes salmantinas, que no mejorar el Medio Ambiente. Por cierto, al ambiente se ha sumado ya el tradicional olor a ajo de las vísperas de San Juan. Ya están donde siempre los ajeros, lo que garantiza sofritos, ajoarrieros y ajillos, por ejemplo. Un alivio.
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